Teresa González es médico de familia y lleva años cooperando con Médicos del Mundo. Acaba de regresar de Sierra Leona, donde ha permanecido casi dos meses, y si tuviera que volver lo haría porque considera que el ébola "es una emergencia sanitaria de primera clase" y allí es donde tiene que estar el personal sanitario que, como ella, cree que su función es "curar" a las personas.
En una entrevista concedida a Europa Press, reconoce que su familia no entendía por qué quería ir a Sierra Leona en plena epidemia, pero "cuando llegas allí te das cuenta de que es una emergencia sanitaria de primera clase y piensas, 'yo soy sanitario, hago cooperación, aquí es donde tengo que estar, no hay otra posibilidad'".
Teresa viajó al distrito de Koinadugu (norte) a principios de octubre para ayudar a la formación del personal sanitario en la prevención contra el ébola, ya que hasta el momento en esa zona de Sierra Leona no se habían producido casos. Su labor era pues formar a sanitarios locales para que a su vez estos pudieran llegar hasta las zonas más remotas, "donde no llega la radio y solo se puede acceder en moto y andando", e informar sobre qué es el ébola, cómo se transmite y cómo prevenir el contagio.
Pero tras su llegada surgieron los primeros casos, por lo que Médicos del Mundo tuvo que cambiar su actuación. Dado que era la única ONG sanitaria en la zona, a petición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y junto con Oxfam, recibió el encargo de gestionar los centros comunitarios de tratamiento, encargándose en su caso de la atención de los pacientes y todos los residuos contaminados.
Inicialmente, se pensó en que estos centros fueran gestionados por personal local, pero "es muy dificíl" formarles teniendo en cuenta la falta de educación y lo complicado, entre otros, "de ponerse y quitarse el traje de protección", explica. Por ello, al no haber funcionado, "estos centros se han transformado en centros de aislamiento" donde llegan las personas con síntomas, "se les toma una muestra y si da positivo se les traslada a los centros de tratamiento".
Ahora, se ha llegado a "una especie de acuerdo" con el Ministerio de Sanidad para que el personal de estos centros sea personal sanitario, "porque no es justo poner a la gente de las comunidades en mayor riesgo de contagio".
QUEDA MUCHÍSIMO POR HACER
Así las cosas, la médico admite que "todavía queda muchísimo por hacer". En especial, considera fundamental el trabajo de concienciación y sensibilización de la población sobre qué es el ébola porque existen muchos "fantasmas" a su alrededor. "Si no vencemos el miedo no vamos a conseguir que la gente lleve a los enfermos a los centros de tratamiento", subraya.
En este sentido, cuenta el caso de un hombre que se escapó cuando estaba en cuarentena y llegó hasta una pequeña aldea rural, donde el resto de la comunidad lo escondió cuando fueron a buscarle. Una vez allí provocó cinco o seis casos, entre ellos un anciano en cuyo funeral se contagiaron varias personas más. En total, lamenta, "hubo 87 casos". "Hay que detectar los casos lo más rápido posible para evitar contactos", defiende.
Teresa reconoce que el ébola genera "muchas leyendas urbanas" entre la población local, como que en los centros de tratamiento matan de hambre a los pacientes, que el jabón que se reparte para potenciar el lavado de manos y evitar el contagio es lo que transmite el virus, que el ébola lo han traído los estadounidenses o que la sangre que se extrae es llevada a un barco para enviarla a Estados Unidos.
REACCIONES PRIMARIAS EN ESPAÑA
Pero también dice haberse encontrado con "reacciones primarias" de este tipo a su regreso a España, algo que admite le ha "sorprendido". Pese a que el ébola solo se contagia por fluidos, algunas personas no han querido quedar con ella porque parecen pensar que "les puedo contagiar por estar en el mismo sitio que ellos". "Me gustaría que mis propios conciudadanos no estuvieran angustiados porque aquí no pasa nada", subraya.
"Este tipo de reacción que estamos teniendo en un país donde la mayoría de la población no es analfabeta se multiplica" en un país como Sierra Leona donde su población ha salido hace pocos años de una guerra civil y "donde la única vía de información es el boca a boca", equipara, reconociendo que algunas de las cosas que ha oído en España son igual de "locas" que las que oyó en el país africano.
Por otra parte, le ha "llamado la atención" el hecho de que antes de salir de Sierra Leona tuvo que pasar quince controles de temperatura y lavado de manos, en el aeropuerto tuvo que rellenar un formulario y en la escala que hizo en Marruecos también le controlaron la temperatura, "y al llegar a Barajas no había nada".
Desde que está aquí, se ha puesto en contacto con ella la Consejería de Salud de Andalucía, después de que Médicos del Mundo informara de que había regresado, y se está tomando la temperatura a diario. "Me han recomendado que no vaya a trabajar" por el momento, precisa.
Teresa González tiene claro que volvería porque "cuando uno está allí lo desmitifica" y considera que el hecho de que haya personas que como ella han viajado hasta África para combatir el ébola demuestra que todavía hay "sanitarios que todavía nos creemos que estamos aquí para curar".
"Es una experiencia hermosa", asegura e incide en que para los sierraleoneses "es importante que gente que no es de su país vaya a compartir con ellos el riesgo".