Altos cargos demócratas en el Congreso pidieron hoy la dimisión del fiscal general de EEUU, Jeff Sessions, tras conocerse que mantuvo reuniones con el embajador ruso en Washington durante la campaña presidencial, que después ocultó al Senado.
Sessions, cuyo cargo equivale en otros países al de ministro de Justicia, es precisamente el encargado de supervisar la investigación sobre la supuesta injerencia rusa durante los comicios y los presuntos nexos entre la campaña del ahora presidente, Donald Trump, y el Kremlin.
La líder demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, recordó que Sessions "mintió bajo juramente" cuando negó contactos con funcionarios rusos durante su proceso de confirmación en el Senado y pidió su dimisión.
"El fiscal general debe dimitir", dijo la congresista, que instó a que se forme una "comisión independiente, bipartidista y externa que investigue las conexiones políticas, personales y financieras de Trump con los rusos".
También pidió la cabeza del fiscal general la senadora Elizabeth Warren, un azote del Gobierno de Trump.
"¿Tiene el fiscal general la última palabra en la investigación de las fuerzas de seguridad sobre los nexos entre la campaña de Trump y Rusia? Menuda farsa. Esto no es normal", dijo la senadora, que propuso la designación de un fiscal especial que se haga cargo de la investigación.
La designación de un fiscal especial también encontró el apoyo del senador Lindsey Graham, un habitual entre los republicanos críticos con Trump, que dijo que de confirmarse las informaciones Sessions debería apartarse de la investigación.
Todos ellos reaccionaron a las informaciones publicadas anoche por The Washington Post sobre los encuentros que mantuvo Sessions, entonces senador y asesor de la campaña de Trump, con el embajador ruso en Washington, Sergei Kislyak, en julio y en septiembre del año pasado, justo antes de los comicios.
Estas reuniones transcurrieron en medio de una agitada tormenta política por la supuesta injerencia del Kremlin a favor de Trump en forma de ataques cibernéticos contra servidores del Partido Demócrata y de la campaña de su candidata, Hillary Clinton.
El propio Sessions reaccionó a la información publicada por el rotativo washingtoniano. "Nunca me he reunido con funcionarios rusos para hablar asuntos de la campaña. No tengo ni idea de que va esto. Es falso", dijo en un comunicado.
El fiscal general alega que sus encuentros con Kislyak no tuvieron nada que ver con la campaña de Trump y se enmarcaron únicamente en su rol como miembro del Comité de Servicios Armados del Senado.
Durante el proceso de confirmación en el Senado, Sessions fue cuestionado por los demócratas sobre su disposición a investigar los presuntos nexos de la campaña de Trump con el Kremlin como futuro jefe del Departamento de Justicia.
"Si hay alguna prueba de que algún miembro de la campaña de Trump se comunicó con el Gobierno ruso durante esta campaña, ¿qué haría?", preguntó el senador Al Franken, a lo que Sessions respondió: "No tengo conocimiento de ninguna de esas actividades".
Es más, Sessions aseguró "no haber tenido comunicaciones con los rusos".
Estas revelaciones amenazan con crear una nueva crisis en el Gobierno de Trump, que ya vio hace unas semanas como los contactos con Kiskyak antes, durante y después de las elecciones le costaban el puesto al entonces asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, el general Michael Flynn.
El presidente Trump ha negado siempre cualquier tipo de conexión de su campaña con el Kremlin.