El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, cargó hoy contra los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, a quienes tildó de "golpistas", desafió a la OEA y llamó a sus seguidores a no "bajar la guardia" y a la "autodefensa" en medio de la grave crisis que vive el país desde el 18 de abril.
Ortega, quien encabezó un acto en conmemoración de los 39 años de la revolución que derrocó la dictadura de los Somoza en Nicaragua, denunció que es víctima de una "conspiración armada y financiada por fuerzas internas y externas" -que no mencionó- que intentan derrocarlo del poder, en el que se mantiene desde enero de 2007.
Esas "fuerzas", sostuvo, cuentan con la "complicidad" de los obispos nicaragüenses, que actúan como mediadores y testigos de un diálogo nacional.
Según Ortega, los obispos dejaron en evidencia sus intenciones "golpistas" cuando le presentaron una propuesta para superar la crisis, que incluía adelantar las elecciones generales para marzo de 2019, y reestructurar el Estado.
El Episcopado propuso a Ortega, el 7 de junio pasado, adelantar los comicios generales de noviembre de 2021 al 31 de marzo de 2019, sin que él pueda presentarse a la reelección, para superar la crisis, lo que, según el mandatario, le "sorprendió" y se dijo: "(Los obispos) están comprometidos con los golpistas".
"Eran parte del plan con los golpistas", continuó el presidente, ante miles de nicaragüenses que se congregaron en la Plaza de la Fe, Juan Pablo II, una explanada ubicada a orillas del Lago de Managua, al que acudió, como invitado, el nuncio apostólico Stanislaw Waldemar Sommertag.
"Me duele mucho decir esto, porque le tengo aprecio a los obispos, les respeto, soy católico", señaló Ortega, quien observó que dentro del Episcopado hay obispos con posiciones de mayor confrontación y otros más moderados, "pero lamentablemente siempre se impone la línea de la confrontación, no de la mediación".
Por tanto, Ortega descalificó a los obispos como mediadores del diálogo porque, a su juicio, "tomaron partido", están comprometidos con los "golpistas" y promueven el levantamiento de "sectas satánicas".
El mandatario instó a los obispos a "rectificar y que no estén levantando a estas sectas satánicas, golpistas y asesinas", en alusión a los sectores opositores al Gobierno.
Durante su discurso, el mandatario también desafió a la Organización de Estados Americanos (OEA), cuyo Consejo Permanente aprobó este miércoles en una sesión extraordinaria una resolución que le pide elecciones anticipadas.
"Las decisiones de Nicaragua no se toman en Washington (sede de la OEA), se toman en Managua", remarcó.
La resolución fue aprobada con el voto a favor de 21 de los 34 miembros activos de la OEA, mientras que tres (Nicaragua, Venezuela y San Vicente y las Granadinas) votaron en contra y se registraron siete abstenciones y tres ausencias.
Además, el líder sandinista hizo un llamado a sus seguidores a no "bajar la guardia" y a mantener activos "mecanismos de autodefensas" para evitar un "golpe de Estado" en su contra.
Durante el acto, el Gobierno de Venezuela, por medio del canciller, Jorge Arreaza, se ofreció para "defender la soberanía" de Nicaragua.
"Sepa, presidente Daniel Ortega, que si el pueblo bolivariano, los revolucionarios de Venezuela, tuviésemos que venir a Nicaragua, a defender la soberanía y la independencia nicaragüense, a ofrendar nuestra sangre por Nicaragua, nos iríamos como Sandino, a la montaña de la Nueva Segovia", dijo Arreaza ante la audiencia sandinista.
Previamente el canciller de Cuba, Bruno Rodríguez, mostró su solidaridad con lo que consideró "acciones injerencistas e intentos de desestabilizar a la nación".
Los cancilleres de Venezuela y Cuba fueron los únicos representantes de Estado de alto nivel que acompañaron a Ortega en la celebración más importante del gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
Nicaragua atraviesa la crisis sociopolítica más sangrienta desde la década de los años de 1980, también con Ortega siendo presidente, que ha dejado entre 277 y 351 muertos, según organismos humanitarios.
Las protestas contra Ortega se iniciaron el 18 de abril por unas fallidas reformas a la seguridad social y se convirtieron en un reclamo que pide la renuncia del mandatario, después de once años en el poder, con acusaciones de abuso y corrupción en su contra.