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Críticas al acuerdo entre China y el Vaticano

Los más de diez millones de católicos que viven en China se preguntan si el pacto cambiará la situación actual en el país

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  • VATICANO -

El histórico acuerdo alcanzado entre China y Vaticano sigue dividiendo a los católicos en el país asiático, donde ha sido duramente criticado por aquellos que durante años han denunciado la represión gubernamental contra los creyentes que se resistían a someterse al control del partido comunista.
Estamos muy decepcionados por la decisión del Vaticano de firmar un acuerdo de este tipo con el Gobierno chino, le falta transparencia
Tras la firma ayer del acuerdo provisional sobre el nombramiento de obispos, principal motivo de conflicto entre los dos Estados -sin relaciones diplomáticas desde 1951-, los más de diez millones de católicos que viven en China se preguntan si el pacto cambiará la situación actual en el país, donde las religiones siguen sufriendo represión.

"Estamos muy decepcionados por la decisión del Vaticano de firmar un acuerdo de este tipo con el Gobierno chino. Le falta transparencia", criticó el presidente de la Comisión de Justicia y Paz de la Diócesis Católica de Hong Kong, Porson Chan, que pidió al Vaticano "que garantice que el Gobierno chino respetará la libertad de los católicos en China".

Nadie quiere que este acuerdo obvie que en los últimos meses las autoridades chinas han detenido e intimidado a curas y obispos, han derribado varias iglesias alegando que eran ilegales, han confiscado cruces y han obligado a sustituir retratos de Cristo por otros del presidente Xi Jinping.

"El Vaticano debería pedir al menos al Gobierno chino que libere a todos los obispos y sacerdotes detenidos y desaparecidos, y detenga la intimidación contra ellos", exigió el líder de la diócesis católica en Hong Kong.

Hasta ahora, los católicos chinos se encontraban divididos entre quienes seguían a la Iglesia oficial -cuyos obispos son nombrados por el régimen comunista- y los fieles al papa, que practicaban la religión en iglesias clandestinas y eran perseguidos por el Gobierno.

De momento pocos detalles han trascendido sobre el acuerdo, pero se sabe que el papa Francisco ha reconocido a siete obispos vivos y uno fallecido nombrados por China que hasta ahora no eran admitidos "de forma oficial" por la Santa Sede.

Muchos consideran que con el reconocimiento de estos obispos designados por el régimen comunista el Vaticano ha cedido ante las exigencias de Pekín.

"Es impresionante la profunda falta de preocupación de la Santa Sede por los católicos perseguidos en China", criticó la directora de Human Rights Watch en China, Sophie Richardson, en su cuenta oficial de Twitter.

También el cardenal Joseph Zen, arzobispo emérito de Hong Kong, consideró el acuerdo como una falta de respeto a aquellos católicos encarcelados u obligados a vivir en la clandestinidad en los últimos años.

Algunas fuentes señalaron que, aunque el Gobierno comunista tendrá ahora potestad para designar a los obispos, también reconocerá la autoridad del papa -algo que hasta ahora no hacía- para pronunciarse sobre estos nombramientos.

"Si lo decide el papa así, debe tener su razón. Lo que tenemos que hacer es obedecerle", comenta a Efe Xu Yang, nombre ficticio de una creyente de la iglesia clandestina.

Ella acude a misas que se celebran en casas, aunque cambian regularmente de lugar para evitar ser detectados por el Gobierno por miedo a ser detenidos por participar en ceremonias no oficiales. De momento, se desconoce si esta situación cambiará tras el acuerdo.

Numerosas organizaciones denuncian que la libertad de religión no existe en China a pesar de que la Constitución la contempla, y critican las nuevas y recientes normativas con las que Xi está endureciendo el control sobre las actividades religiosas.

Por ejemplo, la semana pasada el Gobierno divulgó un borrador de ley que prohibirá a organizaciones e individuos difundir por internet textos, fotos, audio o vídeos de actividades relacionadas con la religión, como rezar, quemar incienso, rendir culto o bautizarse.

En medio de este cerco a las religiones, los católicos chinos quieren confiar en que el acuerdo con el Vaticano permita acabar con la división y la persecución, aunque los más críticos dudan de que la actitud del régimen comunista cambie.

"Las dos partes empiezan a dar un paso adelante. Esto puede ser importante para la integración de los católicos en China", aseguró a Efe Xiao Li, católica residente en Pekín.

Medios oficiales como el Global Times aseguran que los críticos con el acuerdo solo son "una minoría" que quiere "crear problemas".

Así, insisten en la importancia de este acuerdo, que sin duda abre una nueva fase en las relaciones entre China y el Vaticano, que rompieron lazos diplomáticos en 1951 por la excomunión por parte de Pío XII de dos obispos designados por Pekín, a lo que las autoridades chinas respondieron con la expulsión del nuncio apostólico, que se asentó en la isla de Taiwán. 

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