Corea del Norte anunció hoy que refrenda a los funcionarios que lideran el diálogo con EE.UU. otorgándoles cargos en el máximo órgano decisorio del país e insinuando que mantendrá su actual estrategia en las negociaciones sobre desnuclearización.
Como era de esperar, el líder supremo norcoreano, Kim Jong-un, resultó reelegido presidente de la Comisión de Asuntos Estatales durante la sesión inaugural de la nueva legislatura de la Asamblea Popular Suprema celebrada el jueves y de la que informaron hoy medios norcoreanos.
Además de nombrar relevos para cargos de valor simbólico, como el de presidente honorífico, que recayó en Choe Ryong-hae (quien durante los primeros años de mandato de Kim fue considerado número dos del régimen), integrantes del equipo que gestiona las conversaciones con EE.UU. fueron designados miembros de la comisión.
El principal delegado del equipo negociador con EE.UU. y uno de los responsables de la inteligencia norcoreana, Kim Yong-chol, mantuvo su cargo en la Comisión de Asuntos Estatales, al igual que sucedió con otra figura capital en las conversaciones sobre desnuclearización, el ministro de Asuntos Exteriores, Ri Yong-ho.
Algunos analistas habían apuntado a la posibilidad de que, tras el fracaso de la cumbre de Hanói, Kim Jong-un apostaría por renovar a estos compromisarios, empezando por Kim Yong-chol, del cual se rumorea que ha tenido muy mala química con el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo.
Pero ya el martes Kim Yong-chol hizo acto de presencia en la reunión del Politburó del Partido de los Trabajadores, dando a entender que el líder norcoreano aún tiene plena confianza en él.
Lo mismo ha sucedido con la viceministra de Exteriores, Choe Son-hui, que en la reunión parlamentaria del jueves resultó elegida por primera vez como miembro de la Comisión de Asuntos Estatales.
Junto con la hermana del líder, Kim Yo-jong, Choe, de 54 años, se ha erigido como una de las escasas mujeres en el régimen estalinista.
Hijastra de Choe Yong-rim -que fue primer ministro norcoreano a principios de esta década y al que se considera una figura muy cercana a la dinastía Kim- tiene una extensa experiencia trabajando a diversos niveles en negociaciones con EE.UU. durante los últimos veinte años y el año pasado fue nombrada vicecanciller.
Fue Choe, de hecho, la que recientemente indicó en un acto celebrado con diplomáticos en Pionyang que tras el revés en Hanói el régimen está pensando en dar portazo al diálogo debido a las "exigencias gangsteriles" de Washington.
El desacuerdo en Hanói giró en torno al número de activos armamentísticos norcoreanos a desmantelar (además del nuclear, Washington abogó por que Pionyang desmantele también misiles y armas químicas y biológicas) y al volumen de sanciones sobre el régimen que Estados Unidos aliviaría a modo de "medida correspondiente".
Washington consideró insuficiente lo ofrecido por Pionyang, que pidió el levantamiento de buena parte de las sanciones a cambio de inutilizar su centro de investigación nuclear de Yongbyon.
En cualquier caso, y pese a las insinuaciones de Pionyang, ambas partes parecen estar dando a entender que les interesa mantener abierta la comunicación y seguir cimentando sin prisa la confianza mutua desde sus respectivas posiciones.
Es lo que se desprende también de la cumbre que mantuvieron el jueves en Washington el presidente surcoreano, Moon Jae-in, y su homólogo estadounidense, Donald Trump, quien indicó que el proceso va a ir "paso a paso" de cara a lograr "el acuerdo adecuado".
Trump, que no descartó "una tercera cumbre" con Kim y hasta un futuro encuentro trilateral entre ambos y Moon, se mostró abierto a alcanzar "acuerdos pequeños" con Pionyang que no necesariamente tengan que ver con la desnuclearización, pero se mantuvo también firme en su negativa a levantar sanciones por el momento.