El decreto de estado de alarma suspendió, entre otras muchas actividades, la caza. Pero
el Gobierno ha dado marcha atrás, al menos parcialmente, y la Junta ya ha facilitado las instrucciones para poder llevar a cabo labores de control de población.
“Es una actividad esencial”, aseguraba el martes pasado Gonzalo Domecq, presidente de la Asociación para la Defensa de la Perdiz Roja Autóctona (Asper) y responsable de Agasa, la sectorial de Asaja-Cádiz dedicada a la guardería rural, quien suscribía palabra por palabra la demanda de la organización un día antes para que se pudiera retomar. “La caza es clave en una doble vertiente -explicaba-, por un lado,
para evitar daños en la producción agrícola y, por otro,
para evitar problemas de naturaleza sanitaria en explotaciones en las que haya ganadería extensiva”.
“El año pasado se metieron cinco venados en una finca de 30 hectáreas y los destrozos fueron monumentales”, relata José María Clavijo, presidente de la Peña de Cazadores Malvis, ubicada en Benalup y referente en la provincia.
“Girasol que toca un ciervo, girasol que se pierde”, añade. Y apunta que, para evitarlo, anualmente se tira a hembras y ejemplares jóvenes, lo que se conoce como descaste, entre junio y julio. Pero
hay otras especies que hay que mantener a raya durante todo el año.
Cinco semanas después del inicio del confinamiento,
vamos tarde.
Es el caso del conejo, un riesgo especialmente grave para el cereal y las viñas, pero también para otros cultivos herbáceos de primavera como el garbanzo. Clavijo indica que entre los meses de diciembre y enero se instalan mallas conejeras y, fuera de veda -que se prolonga entre el 9 de agosto y el 30 de noviembre o mitad de diciembre, con condiciones más estrictas, siempre que se proceda a prórroga- se atrapan con redes y hurones y se trasladan a otras zonas donde no hay peligro.
El cerdo asilvestrado, por su parte, se ceba con cualquier tipo de cultivo, pero especialmente con leñosos como el olivar o el alcornoque.
Y, en este caso, es especialmente preocupante por motivos sanitarios. Tal y como recuerda el Miniserio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el control de poblaciones de jabalíes y de otras especies como el también conocido como cerdalí en estos pagos es necesario
como medida de prevención de, entre otras enfermedades, la Peste Porcina Africana (PPA).
No existe un riesgo inminente para el hombre pero, como recuerdan los epidimiólogos, el fenómeno de mutación de microbios de origen animal en agentes patógenos no es nada nuevo, como sufrimos ahora con el Covid-19 o con los
regalos envenendados con la domesticación de especies a lo largo de la historia: a las vacas le debemos el sarampión y la tuberculosis; a los cerdos, la tosferina; y a los patos, la gripe.
En cuanto al procedimiento a seguir para llevar a cabo los trabajos autorizadas por la Junta, el titular del coto deberá comunicar de manera telemática el control de daños, facilitando los datos de los cazadores responsables y
actuando conforme a lo dispuesto en los Planes Técnicos de Caza respecto al contro de daños.
En el caso de que los daños no estén contemplados en el Plan Técnico de Caza, el titular del coto habrá de solicitar la
modificación del mismo. Agentes medioamtentales verificarán in situ los daños y dictarán, en caso de que así lo consideren oportuno, la modificación del plan, siempre
con la mayor urgencia posible.
Finalmente, en el supuesto de terrenos no cinegéticos,
deben comunicarse según se exija en la autorización si están autorizados; si no están autorizados,
habrá que solicitarse expresamente.
Asaja ha hecho un
“llamamiento a la responsabilidad”, recordando que estamos en estado de alarma, de manera que “hay que evitar desplazamientos para cacerías que no sean absolutamente necesarias para combarir los daños” denunciados por los propietarios de las explotaciones.