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El sector de las bodas se queda compuesto y sin novios por el Covid-19

Las restricciones disuaden a las parejas, que aplazan las celebraciones a 2021. Las que aún tienen fecha este año suspenderán si siguen estas condiciones

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  • Imágenes como esta, de desbordante alegría en la celebración, están prohibidas en las bodas permitidas en fase 2. -
  • Los profesionales dan la temporada por perdida

En la fase 2, el Gobierno permite casarse pero, “nadie se va a casar”, advierte Cristo García, fotógrafo. Las estrictas condiciones en las que se deben celebrar las bodas disuaden a las parejas, “que buscan alternativas antes que renunciar a vivir una jornada tan especial tal y como la habían soñado”, apunta José Bravo, animador. Ambos profesionales dan prácticamente por perdida la temporada.

Por el momento, el aforo máximo permitido en las ceremonias no puede exceder el 50%, teniendo en cuenta que en los espacios al aire libre no podrán superarse los 100 invitados y, en los espacios cerrados, los 50. En el caso de los banquetes, se aplica la misma norma que a la restauración que limita al 40% la capacidad máxima del espacio elegido.

Al margen de las obligaciones, “sin vacuna, el miedo estará ahí”, advierte el afamado DJ jerezano, quien admite que “la ambientación como la conocemos es imposible llevarla a cabo ahora” por motivos de prevención y seguridad sanitaria. Es casi imposible bailar sin que haya contacto o pedir una copa en la barra libre sin que los invitados se arremolinen en torno al camarero. “El 90% de las bodas previstas se han trasladado al calendario de 2021”, se aventura a cuantificar. “Las del año que viene se retrasarán a 2022. Esto es una bola de nieve”, agrega.

Alejandra Pantoja e Íñigo Lustau conservan aún un hilo de esperanza, tras aplazar la boda del próximo 13 de junio al 8 de agosto. Pero tienen claro que, “si se mantienen las restricciones”, la suspenderemos. El distanciamiento social, el uso obligatorio de mascarillas y la abundancia de gel hidroalcohólico no son las únicas razones que llevan a plantearse la renuncia a casarse en 2020. Ambos, jerezanos, residen y trabajan en Madrid desde hace años, de manera que en la lista de invitados, casi 300, hay especialmente muchos amigos que no viven en la provincia de Cádiz. También familia.

“Aquí seguimos en la fase 0, ni siquiera sabemos si podría venir a Jerez todo los que están invitados”, expresa con cierta preocupación Alejandra, quien tiene, no obstante, hasta plan C. “Si no puede ser en agosto, será en abril”, explica. Ha conseguido una fecha de reserva pero no es fácil a estas alturas. Admite que ha tenido suerte porque “no he perdido nada de dinero”. La agencia de viajes ha devuelto el dinero y mantiene el cátering para cuando pueda darse el “sí, quiero” con Íñigo como lo habían planeado. Por eso confía en que, en el peor de los casos, a la tercera vaya la vencida: “¿Que no pueda ser en abril tampoco? No quiero ni pensarlo”.

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