En pocos días llega el
Día de Andalucía y, curiosidades del destino y el calendario, este año el día de fiesta cae en jueves, lo que animará sin duda a que decenas de miles de andaluces se desplacen hacia otras partes de la comunidad o incluso fuera de ella a pasar unos días de asueto.
Una recomendación interesante es apostar por la primera vía, la
de disfrutar de los muchos rincones agradables que ofrece Andalucía. El clima benigno de la comunidad y el momento del año en el que nos encontramos, a finales de febrero, invita a mucha gente a desplazarse hasta algún destino de costa, de los cientos de kilómetros de costas andaluzas.
En esta ocasión os hablamos de
la Costa Tropical andaluza, para muchos ciudadanos, una gran desconocida, pues es menos relevante que la Costa del Sol, la Costa de la Luz, las playas del Estrecho de Gibraltar o la costa levantina en la provincia de Almería.
¿Dónde se sitúa y qué ofrece la Costa Tropical?
La Costa Tropical abarca un
entorno natural que discurre entre Granada y Málaga a lo largo de municipios como Motril, Salobreña, Almuñecar, Jete, Nerja o Vélez-Málaga entre otros. Inundada de huertas y cultivos tropicales recibe su denominación por esta razón. Esta bañada
por el Mar Mediterráneo, en concreto el Mar de Alborán, y está protegida del viento por Sierra Nevada y Sierra Lújar.
A todo este panorama se le suma la influencia de los vientos del norte de África que consiguen que en esta zona se desarrolla un clima subtropical, propio de latitudes más sureñas, en el que se disfrutan de
más de 300 días de sol al año y temperaturas medias anuales de unos 20 grados.
La influencia del Mar de Alborán y la cercanía a la cordillera más elevada de la comunidad hace que las temperaturas máximas no sean tan asfixiantes como sí ocurre en espacios más al interior. Es la presencia de importantes cordilleras cerca de la costa, algo que también ocurre en la Costa del Sol con los Montes de Málaga, lo que permite que esta región no sea muy árida, y
las precipitaciones de carácter orográfico descarguen lluvia suficiente a lo largo del año para, entre otras razones, hacer de la Costa Tropical,
el mayor productor de frutas tropicales de calidad como mango, chirimoya, aguacate, nísperos, guayabas, carambola o kumquat del continente.
Destinos imprescindibles en la Costa Tropical
La intensa actividad agrícola, a la que se añade una rica gastronomía muy particular y diferenciada de la típica gastronomía andaluza, no es el único atractivo para visitar
estos más de 70 kilómetros de costa.
La Tropical es una costa que comprende muchos enclaves: playas naturistas, festivales, chiringuitos, migas con sardina, vino Calvente y, más en el interior, la vega de Motril, la principal población insertada en este espacio.
Desde Motril, lugar en el que se concentran el mayor número de
hoteles en la costa tropical, en dirección este podemos llegar hasta Castell de Ferro. Los
hoteles en Motril suelen estar muy demandados en temporada alta, y el Puente de Andalucía es una de esas fechas en las que se puede llegar a colgar el cartel de no hay billetes, de modo que si dejamos pasar el tiempo, puede que no sea fácil encontrar
alojamiento en Motril.
En Castell de Ferro un lugar de visita imprescindible son los rústicos tornos con los que se elevan las barcas sobre la playa, visión que retrotrae al visitante a un tiempo anterior.
En los locales de este municipio se pueden degustar las mejores migas con sardina de toda la región.
Unos diez kilómetros hacia el interior se localiza Gualchos, un pueblo con mucho encanto situado en las estribaciones de la Sierra de Lújar
. Con una iglesia imponente y una plaza que cautiva, en sus tejados comenzamos a ver la teja árabe, lo que supone una clara diferenciación de las cubiertas planas alpujarreñas más típicas de localidades a mayor altitud y más en el interior de la provincia.
Aunque Motril es quizás la localidad más conocida de la Costa Tropical,
Salobreña le compite en cuanto a recepción de turistas y activa vida diurna y nocturna. Las playas de Salobreña son conocidas en toda Andalucía, al igual que ocurre con
Almuñécar, que se levanta sobre unas estribaciones del terreno dejando a la
luz cientos de casas blancas y palmeras, así como otros muchos árboles tropicales.