Las lágrimas al final del partido sobre el terreno de juego del lateral Carlos Neva o en las gradas de niños y adultos mostraron la amargura
La eliminación sufrida por el Granada ante el Athletic Club en las semifinales de la Copa del Rey llena este viernes de tristeza la ciudad y su provincia, desolación acompañada de una enorme satisfacción por lo conseguido hasta ahora y del tremendo orgullo que la hinchada rojiblanca siente hacia una plantilla que, pese a no meterse en la final, ya es legendaria.
El gol de Yuri Berchiche en la noche del jueves cuando sólo faltaban nueve minutos más el añadido para el pitido final y el Granada ganaba por 2-0 impidió meterse en la segunda final de su historia al cuadro andaluz, que vivió una noche inolvidable 51 años después de haber estado por última vez en semifinales.
Las lágrimas al final del partido sobre el terreno de juego del lateral Carlos Neva o en las gradas de niños y adultos mostraron la amargura del cruel final que el fútbol y el destino deparó a un Granada que hizo méritos suficientes para dejar en la cuneta al Athletic pero que se cayó, pese a ganar 2-1 por el 1-0 en contra de la ida, cuando estaba a punto de tocar la gloria.
El inevitable poso de tristeza que deja la eliminación, sin embargo, va acompañado de unas dosis incontables de orgullo y satisfacción entre la afición por lo realizado en esta Copa y, sobre todo, desde el inicio de la pasada temporada por el conjunto que dirige Diego Martínez.
Tanto en los días previos al encuentro ante los bilbaínos como durante toda la jornada del jueves, antes durante y después del choque, la ciudad y su provincia han respirado un granadinismo nunca antes visto, reflejado en el recibimiento al equipo al llegar al estadio o en el ambiente vivido en el Nuevo Los Cármenes.
Los jugadores del Athletic pararon por un momento en el mismo césped su celebración por estar en la final para, en un gran gesto de deportividad y reconocimiento, aplaudir a los rojiblancos horizontales cuando enfilaban el camino de los vestuarios.
La imagen se completó con los 20.000 aficionados que abarrotaron las instalación puestos en pie gritando, muchos entre sollozos, "orgullosos de nuestros jugadores". La pena llevaba consigo mucha carga de emoción por lo vivido, disfrutado y, al final, sufrido.
Todo el mundo en Granada, sobre todo los más veteranos del lugar, coinciden en que el legado que deja este equipo va mucho más allá de lo deportivo, es más importante que una derrota o una victoria, que estar o no en una final, pese a que nadie oculta la oportunidad histórica que se ha escapado de las manos.
Lo del jueves fue la mejor muestra de que Diego Martínez y los suyos han reanimado al granadinismo, han provocado que miles de rojiblancos desencantados con el club, que hace sólo unos lustros estaba en Tercera al borde de la desaparición, se vean reflejados en el equipo de su ciudad y en los que forman parte de él.
Esta evidencia es mucho más palpable en los niños de Granada, que ahora crecen siendo del Granada CF. Es algo que se ve a diario en cualquier colegio o plaza de la ciudad y su provincia después de que generaciones de jóvenes hayan madurado sin ningún tipo de arraigo hacia el principal equipo de la capital.
Noveno en LaLigaSantander y con la permanencia virtualmente en el bolsillo, al cuadro granadinista le queda ahora concluir la temporada lo mejor posible, quién sabe si peleando por los puestos europeos, tras vivir una noche de Copa, pese a caer eliminado, inolvidable y de la que la entidad, todos sus miembros y Granada entera salen reforzados.