Un psicólogo, un comerciante, un geógrafo, un maestro, una obrera, un pintor o una editora, casi todos ellos nonagenarios y de diferentes ideologías, rememoran sus experiencias, vividas desde los dos bandos, y repasan los hechos de aquellos días, que los marcaron para siempre.
Acompañado por cuatro de los personajes de la obra, Solé Sabaté, uno de los máximos expertos en España de este período, señaló ayer en rueda de prensa que ha querido mostrar “una especie de caleidoscopio o mosaico de lo que fue la Guerra Civil en Cataluña, con los últimos testimonios que hay”.
En su opinión, el conflicto bélico fue “una tragedia impulsada por un golpe de estado faccioso que fracasó” y agregó que Cataluña “lo perdió todo absolutamente, totalmente, incluso las personas que eran del bando franquista”.
El historiador remarcó que todos “tuvieron que renunciar a su propia personalidad y esto es una derrota, aunque militarmente tu bando sea el ganador”.
Ahondando en las trayectorias de cada uno de sus testimonios, cree el historiador que aparecen nuevos descubrimientos y ha puesto como ejemplo que gracias al doctor Josep Maria Massons “se puede conocer cómo funcionaba la sanidad militar sobre el terreno o que un pueblo como Caseres, en la comarca de la Terra Alta (Tarragona), se rebeló contra el ejército”.
A lo largo de un año, el historiador fue entrevistándose con cada uno de ellos para discernir hechos de su vida cotidiana durante el conflicto o para saber qué fue lo que más les hizo sufrir de aquel período.
Abre el primer capítulo de la obra, editada por Ara Llibres, el psicólogo Miquel Siguan, quien ayer coincidió con Solé Sabaté en que Cataluña fue la gran derrotada de la guerra, y rememoró la entrada de los 3.000 carabineros que envió Negrín a Barcelona, recorriendo el Paseo de Gracia, a la vez que argumentaba que la batalla más decisiva fue la del Ebro, “donde la carne de cañón era catalana, mientras los jefes militares eran comunistas madrileños”.
Otro de los testimonios es el del geógrafo Edmon Gimeno, quien tiene más facilidad para recordar su paso por el campo de concentración de Mauthausen que los días de la guerra en su pueblo de Caseres, quizá porque todavía “hay miedo”, según Solé Sabaté.