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San Fernando

Y quizá todavía no son conscientes de las vidas que han salvado

Han sido parte de una solución que nadie tenía y las largas horas delante de una máquina de coser han dado como fruto una oleada de solidaridad.

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Siguen sin ser conscientes. Y si lo son prefieren no saberlo. Intentan contar todas las que han hecho y sólo les sale un número por encima del 53.900 o algo así, porque algunas aún mantienen la rutina de la máquina de coser. Como un por si acaso. O un ahora qué.

¿Cuántas vidas han salvado? ¿Cuánto sufrimiento han evitado? ¿Cuántas personas se han sentido útiles haciendo algo por los demás y por ellos mismos? Porque cuando se hace algo por los demás sin esperar nada, los que lo hacen lo disfrutan.

Más de medio millar, por lo menos. Y eso hablando sólo de un colectivo -esta denominación es para analizarla- que se dio en llamar Puntadas Solidarias. Porque ha habido más colectivos y más gente que ha colaborado en una labor titánica desarrollado durante más de dos meses de aislamiento.


La entrevista que este periódico le hizo a Sara Domínguez es un homenaje a todos los grupos que se formaron para ayudar en un acontecimiento desconocido, a ciegas, a golpe de timón según arrasraban las aguas.

Otros que también han hecho mascarillas, o pantallas faciales... Los de la logística, los cuerpos policiales y de Protección Civil, el vecino del quinto que tenía que salir porque era de las profesiones esenciales y aprovechaba para llevar 200 a un sitio. O cien a otro.

Sara Domínguez leyó que había gente haciendo mascarillas y cogió los patrones. Le donaron las primeras telas y le salían tantas a confeccionar que puso en su perfil de Facebook una cita para aquellas personas que quisieran incorporarse.

Y a partir de ahí comenzó todo. Gente desconocida para ella, desconocida para las demás que se ofrecieron a coser mascarillas. Donantes que se iban apuntando a golpe “¿qué estás pensando?” y más mascarillas.
    
Desbordadas
Cuando la situación se desbordó -y lo hizo muy pronto- también desbordó a Puntadas Solidarias y al resto de colectivos. Hospitales con un personal sin proteger que necesitaban mascarillas homologadas pero menos da una piedra.

Fueron esos momentos en los que se le vieron las vergüenzas al sistema sanitario del que tanto se había presumido; sanitarios protegiéndose con bolsas de basura; con mascarillas caseras sobre las mascarillas quirúrgicas usadas y reusadas que así duraban más además de que no tenían otras.

Fue también el momento de bordear los protocolos porque esos protocolos se demostraron fallidos desde el principio. No se podían llevar las mascarillas no homologadas a la dirección de los centros hospitalarios, de mayores, a colectivos... porque los directivos no podían aprobar ese material por razones obvias.

Mientras que la necesidad relajó las exigencias, la logística de Puntadas Solidarias sorteó el protocolo yendo directamente al personal sanitario, provisto de lo que podía y que agradecía la ayuda. Mascarilla cosada en casa, pantalla facial en impresora 3D y bolsa de basura de las grandes... Un espectáculo. Triste. Claro.

Ellas -y algunos hombres- también conseguían sobrevivir al confinamiento con mucho que hacer e incluso fue la mejor terapia para esos largos días. Y luego comenzó a ralentizarse la demanda hasta llegar a la situación actual, cuando se hace recuento y aunque se sigue sin ser conscientes, los resultados están ahí. Sin contar, pero están.

Sara, la coordinadora, llegó a estar días durmiendo acaso tres horas y muchas de las que pasaron lo peor siguen en modo costureras. Por si acaso. Por si y ahora qué. Esta crisis ha dado muchos héroes y heroínas son capas. Puntada a puntada.

La carta que agradece el esfuerzo de los colectivos

“En los últimos meses las circunstancias nos han obligado a ser responsables y estar separados. Pero, al mismo tiempo, nunca hemos estado más unidos ni hemos hecho tantos los unos por los otros. Durante el obligado confinamiento, hemos sido testigos de gestos de absoluta fraternidad, de unidad, de momentos compartidos en nuestros balcones insuflándonos un ánimo colectivo que ahora, cuando por fin podemos ir retomando nuestras vidas, casi estamos echando de menos”.

“Han sido momentos muy duros, en los que muchos hemos sufrido la pérdida de seres queridos, hacia los que queremos tener un sentido y emocionado recuerdo, y en los que la enfermedad ha golpeado duramente nuestra ciudad. Momentos que nos han obligado a sacar lo mejor de nosotros mismos para seguir adelante y para dar la mano a los que podían quedarse atrás”.

“Ése es el espíritu que queremos invocar ahora que empezamos a recuperar la normalidad, que volvemos a disfrutar de nuestra ciudad, de los momentos compartidos con los nuestros, de todo lo que nos gusta y echamos de menos”.

Es un estracto de la carta que la alcaldesa de San Fernando, Patricia Cavada, ha enviado a Puntadas Solidarias en nombre del Pleno del Ayuntamiento para agradecer el ejemplo que han dado a la sociedad.

“Ahora más que nunca, entendemos que la mejor vacuna que podemos tener es nuestra solidaridad. San Fernando es solidaria, siempre lo ha sido. Ahora ha demostrado también”.

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