Silvia Maria Torrejón García y Sara María Domínguez Gálvez han patentado una mascarilla de protección de nariz y boca, con la particularidad de disponer de una ventana transparente central para poder leer los labios. Permite la comunicación a personas con discapacidad auditiva que, por culpa de la utilización de máscaras faciales protectoras convencionales opacas, no se pueden comunicar bien al no poder ver las expresiones y rasgos de labios y bocas.
Lo anunciaba la alcaldesa de San Fernando, Patricia Cavada, en su perfil de Facebook, aunque este periódico conocía las intenciones de estas dos mujeres que con otras muchas de La Isla y de las ciudades de los alrededores pusieron en marcha el colectivo Puntadas Solidarias que confeccionó más de cinco mil mascarillas en plena pandemia y cuando escaseaba este material incluso en los hospitales.
La intención de estas dos mujeres con estas mascarillas es más loable aún, por cuanto Sara Domínguez ya adelantó a este periódico antes de obtener la patente que pretende que se confeccionen en San Fernando y por aquellas mujeres que cuando estalló la pandemia mostraron su solidaridad con la sociedad en general.
Eso ya está suponiendo una fuente de trabajo para personas que tienen más que difícil su acceso al mercado laboral.
No obstante, aún quedan pasos por dar antes de poner el proyecto en marcha, como es la homologación que está pendiente de los organismos competentes.
En una respuesta de Sara Domínguez a una usuaria de Facebook explica cómo "durante el confinamiento ya las teníamos patentadas y antes de emprender las donamos a todos centros médicos de San Fernando y al hospital de San Carlos y Puerta del Mar, así como a sanitarios de emergencias que tenían una compañera con discapacidad auditiva. Las elaboramos con todos los materiales homologados, los mismos del listado del ministerio de industria y Comercio del gobierno de España".
"Al principio cuando cientos de mujeres de San Fernando hacíamos mascarillas no homologadas y con telas de algodón y filtros de TNT, los hospitales las usaban porque había desabastecimiento. El gobierno empezó a decir que no eran seguras y luego se retractó y sacó el listado de materiales. A día de hoy ves a cualquier ministro con una mascarilla de tela. No seamos los propios cañaillas los que nos pongamos palos en las ruedas", responde Domínguez a la usuaria que avisa de que no están aún homologadas.
"Tenemos clientes satisfechos en toda España los que están informados de esta situación y una lista de espera de más de un mes. Lo menos que podemos hacer es alegrarnos todos. Una media de edad de 50 años de nuestras trabajadoras... Es para alegrarse como mínimo", dice Sara Domínguez.
Y por si faltaba algo, Sara Domínguez comentaba a este periódico -también por las redes sociales pero directamente al arriba firmante- que absolutamente todo lo que compran y usan lo adquieren en comercios de La Isla, incluido mantenimiento de maquinaria, maquinaria, materiales, fotocopias y material de papelería, "cualquier tipo de menaje que aunque podríamos comprar directamente a los grandes proveedores, no lo hacemos. Nuestro producto es íntegramente cañadilla, menos las etiquetas de algodón que hemos incorporado en la nueva imagen de Mecalsis, porque no sabemos quien las hace aquí. Esta es nuestra filosofía, La Isla por delante".
Falta saber quién hace etiquetas de algodón.