La pregunta no es retórica ni mucho menos y habría más gente haciéndosela si no se tratara de un proyecto que ya se casi se ha borrado de la memoria colectiva de la ciudadanía. Si acaso queda en la lucha política y en la acción administrativa, donde a veces no siquiera se ha contemplado porque nadie le venía una salida viable a un proyecto que hace mucho que se dio por fallido.
¿Por qué unas instalaciones que se construyeron sobre un proyecto público, cultural y de uso ciudadano, se ha convertido en un centro de formación avanzada del sector naval de una empresa, pública pero empresa, que cierra todas las puertas a su filosofía original? O sea, no visitable y por lo tanto, no público.
Precisamente por lo que se decía al principio. Porque ha sido un proyecto fallido que posiblemente se levantó con la mejor de las intenciones pero sin muchos estudios de mercado, que tuvo que lidiar con un mal planteamiento inicial y con una crisis económica histórica y cuya puesta en marcha se basaba en unas condiciones de accesibilidad y posibilidades de ampliación que nunca estuvieron sobre la mesa de negociación, más que en las aventuras políticas en una época económicamente expansiva.
A primeros de septiembre de 2019 se dio el primer paso ara poner punto final a esta aventura con la reunión de la comisión de seguimiento del convenio de colaboración firmado por el Ayuntamiento con la Agencia Idea y Andalucía Emprende para la puesta en funcionamiento del ‘Proyecto el Barco. Centro de Industrias Digitales’ dentro de la Inversión Territorial Integrada Cádiz 2014-2020.
En esa sesión se dio el paso capital de desvincular el uso del Parque de la Historia y el Mar a este proyecto, para así poder dar vía libre a que estas instalaciones pudieran albergar el centro de formación naval que necesitaba Navantia de cara a los últimos encargos formalizados con la Armada Saudí, pero con vistas a que luego continúe de forma permanente.
De la misma forma, cambiando un cromo por otro, se elogiaba la gran oportunidad que suponía la puesta en marcha del centro de formación naval de Navantia que ya ha sido inaugurado.
Pero la pregunta de cualquier ciudadano sobre por qué un equipamiento con destino a la cultura y al aprovechamiento público ha pasado a manos de una empresa naval y no podrá ser ese reclamo turístico que beneficie a todos, continúa sin responderse de forma contundente, independientemente de lo que pudiera salir de unos fondos europeos dispuestos para un proyecto finalista que ahora no es lo que iba a ser y que antes, con el proyecto de la ITI, tampoco.
Nadie lo quiso
La pregunta sigue siendo la misma. Se trata de un proyecto fallido que hasta ultima hora ha estado intentando levantar la cabeza pero que ni siquiera pasó el corte de una concesión a una empresa privada para crear ese proyecto original o algo parecido, abierto al público y promotor de turismo, sencillamente porque las cuentas hablaban de la necesitad de conseguir 180.000 visitas anuales a un parque ya muy desfasado y poco competitivo como hubiera podido haber sido diez años antes.
Un proyecto es fallido cuando no sólo no tiene una salida después de intentar que sirviera todo lo imaginable y todo lo que pasaba por la mente de los políticos. Centro de industrias digitales, centro de investigación del mar, clúster marítimo … y además de no tener salida cuesta un dineral al erario público porque no hay que olvidad que aquel montón de cemento junto al Puente de Hierro tenía un presupuesto desde 2011 de 150.000 euros sólo para vigilar las instalaciones. Y todo ello mientras se deterioraba por dentro y por fuera, que sería dinero a sumar a cualquier proyecto que pretendiera hacerse en la misma línea que el proyecto original.
Lo que ha conseguido el Gobierno local dejando atrás el proyecto de la ITI -que por otra parte la Junta se lo había llevado a El Puerto de Santa María, luego a la fuerza ahorcan- ha sido dar una salida contundente al parque que los socialistas llamaron El Barco, dejar de gastar dinero inútilmente y esperar que Navantia, que al fin y a la postre va a ser la gran beneficiada, no reduzca su utilización al programa de las corbetas de Arabia Saudí sino que como se pregona, perpetúe en el tiempo su actividad con otros programas o con una actividad formativa regularizada.
Y es que todavía queda hacerse la misma pregunta por parte del ciudadano de a pie al que se le prometió un parque temático que visitar y tractor del turismo para la ciudad y que ahora ve que nunca pondrá disfrutar de aquellas instalaciones pagadas en parte con dinero de Europa y en parte con sus impuestos. Si se trata de unas instalaciones para la marina saudí que se aloja en la Carraca, poco va a dejar a la economía de la ciudad salvo lo que les caiga a algunas empresas de abastecimiento ya previamente contratadas.
Ahí es donde hay que tener altura de miras porque contando con que el centro de formación mantenga su actividad tras el programa de las corbetas, cualquier apoyo a la industria naval es un apoyo a un sector estratégico que se quiera o no y en una época caminando sobre el alambre, es el único que mantiene a la bahía de Cádiz sin estacionalidades y con sueldos ajustados a antes de la última reforma laboral.
Si después de todo se quiere terminar de ajustar la cuenta y bastando con el ahorro que ya supone desprenderse del edificio, súmese el valor añadido de contar con un Navantia Training Centre (NTC) que es mucho más que un nombre sofisticado para un edificio llamado a caerse a pedazos.
Repaso histórico
El Parque de la Historia y del Mar empezó a fraguarse en año 2002 cuando se procedió a la firma del convenio ejecutivo para su construcción en los terrenos aledaños al Club Náutico de Puente de Hierro. En marzo de 2003 se establece que en el mes de mayo de ese mismo año se iban a adjudicar los trabajos y que su finalización estaba prevista para marzo de 2005. La inversión total del proyecto ascendía a 5,7 millones de euros, de los que el Consistorio abonaría 3,1 y la Junta el resto que rondaba los 2,6 millones de euros.
En mayo de 2004 las obras fueron adjudicadas a la empresa Urazca Construcciones y en diciembre de ese mismo se procede a la colocación de la primera piedra. Fue entonces cuando empezó el baile de fechas y de cantidades de dinero que han llevado a la actualidad hasta casi el 50 por ciento más de la cantidad que en un principio de iba a invertir.
Todo sigue su curso hasta que a primeros del año 2007, que era cuando se preveía que estaría operativo el Parque de la Historia y del Mar, se aprueban los estatutos que regirán el funcionamiento de las instalaciones. En junio de ese mismo año desde el Gobierno local se asegura que abriría sus puertas en el 2008. En agosto de 2007 se constituye la junta gestora y ya se apunta a la financiación como principal escollo para la puesta en valor del equipamiento.
En enero de 2008 el alcalde trata de poner a disposición del Consorcio el parque para que lo doten de contenido y en mayo de 2008 la inversión realizada por el Ayuntamiento alcanza los 3,5 millones de euros. Ya por aquel entonces se sabía que, como mínimo, no iba a estar en condiciones de ser abierto hasta el 2010.
En enero de este de 2009 llega una nueva ayuda de la Consejería de Turismo de 312.000 euros para acondicionar el acuario, en marzo se destinan otros 654.000 euros del Plan de Inversiones del Estado para los aparcamientos, otros 231.000 euros para la licitación de la plaza de las Exposiciones y el último capítulo el pasado viernes con esos 800.000 euros que se verán duplicados cuando se adjudique la gestión.