Lo adictivo que tiene la política está en su capacidad de superarse a sí misma en esta diatriba loca donde los principios, como decía Marx, Groucho, son unos y si a usted no le gustan tenía otros.
La foto de Pons y Bolaños tras el acuerdo en el reparto del CGPJ es un ejemplo. Tras años de disputa, una amenaza por parte de Sánchez en su proceso de regeneración democrática anunciando con cambiar la Ley y los acuerdos entre ambas formaciones en Europa de fondo han bastado para hacerles centrar un pacto mediante el cual a los jueces ya no les controla el PP a solas, ahora lo comparte a medias con el PSOE: diez vocales para cada uno y la presidencia por decidir, de manera que ambos tienen una cuota igualitaria para incidir en la tendencia de esta justicia independiente. ¿Independiente? Este encuentro solo hace prever nuevos desencuentros en la carrera por sumar adeptos bajo toga.
En esto, el TC anula parcialmente el delito de prevaricación contra Magdalena Álvarez, revisa la condena a Martínez Aguallo y todo hace indicar que exculpará a Griñán y, quizás o seguramente, todos merezcan este trato, pero se defraudaron 680 millones de euros entre 2000 y 2009 -cantidad que podría alcanzar los mil millones- a través de un fondo de reptiles para dotar prejubilaciones fraudulentas, subvenciones irregulares, comisiones por encima del valor en la idea de financiar con dinero público un clientelismo político que contribuyó a mantener el poder en manos del mismo partido durante casi cuatro décadas.
Defraude usted y ya veremos si el TC le revisa algo que no sea la hermética seguridad y el diámetro de los barrotes que guardarán sus huesos por años en la sombra.
El PP ha pensado que antes de perder todo el control del CGPJ, mejor ceder la mitad y luego hay veremos. Y hasta Ayuso ha terminado por mostrarse comprensiva, la misma que días antes se negaba a acordar nada, la misma que está, peligrosamente para ella, rompiendo en pija trasnochada cuando ofende hasta a los suyos otorgando esa medalla impropia al presidente de Argentina, Javier Milei, un impresentable en toda la extensión de la palabra que, además, ejerce para Vox y no para el PP, pero la puede su odio a Sánchez y en ese tránsito le vale todo. Pierde. Sobre todo
en el soterrado debate interno existente en el PP sobre el futuro -cuando toque- tras Feijoó y las dos opciones más al uso: Ayuso, que con estas cosas alimenta el vértigo de esa masa calmada mayoría en el PP y más próxima al centro que al extremo, y Juanma, que ha barrido por cuarta vez en Andalucía y cada día es más profesional de sí mismo y de su marca y que, como es lógico, aspira a más. Llegado el momento, se verá porque el presidente andaluz tiene en la moderación una llave maestra y cada día entra más en el debate nacional, distinto es, llegado el caso, hallar un relevo adecuado que parecía estar en su consejero almeriense Ramón Fernández Pacheco y que no termina de romper porque no cambia el registro, sea cual sea el tema. De momento,
Moreno Bonilla deshoja la Margarita y a nadie cuenta los cambios previstos para este julio en su ejecutivo; sabe que la mejor manera de que no se filtre nada es no contarlo a nadie o al menos no hacerlo más allá de su metro cuadrado próximo.
Y el PSOE-A, mientras,
afronta la entrada de julio en una situación de tensa calma a la espera de que alguien organice algo y ese alguien solo es Sánchez y Sánchez, parece, no sabe cómo meterle mano al melón del sur. El Senado a Espadas no ha hecho sino distanciarle más del electorado y enfriar sus relaciones con las provincias, y la opción más comentada por medios de comunicación y compañeros es la de un Juan Francisco Serrano que, sea o no el designado por la mano divina, sabe que al primer conejo que sale de la madriguera le tirotean con ansia todos los ávidos amantes del recetario de este mamífero que tan rico sabe al ajillo, en salsa verde, en paella con caracoles, a la cerveza con compota de membrillo o en salsa de almendras. Más si el conejo es joven y, travieso, toma el monte movido por los brotes verdes regados de rocío y, dichararecho, no mide el riesgo que representa la cazuela. Los previos, ya puestos, son esenciales, cocinar con cautela un buen sofrito pochando a fuego lento la verdura, una pizca de tomate concentrado, laurel, pimienta en grano o lo que corresponda con la proteína posterior es la clave del éxito. La clave siempre está en el sofrito.
De momento Ferraz manda emisarios a las provincias para pulsar y Cádiz, cuna del desacuerdo familiar por principio, es el lugar perfecto dado su arraigado entramado familiar. Los
romanes, por ejemplo, andan en la partida y
Chefy, que quiere entrar en la Mancomunidad de la Janda para controlar mejor la comarca una vez que Barbate se sale y teniendo la complicidad de alcalde de Vejer, Antonio González, y que asegura no querer ser nada más que alcalde de Chiclana pero que en el fondo suspira pensando que suene el teléfono rojo para cargo chulo en Madrid, traslada ideas a Madrid y ninguna favorece a Ruix Boix, que está logrando algo único en su provincia y es poner a una mayoría de acuerdo. En su contra. Pero como conejo veterano sabe manejar los tiempos de la madriguera y eso es clave para no terminar en la cazuela rodeado de granos de arroz, plato típico de la sierra de Cádiz, donde Moscoso, saltarín, mide hacia dónde su próxima pirueta. El deporte de sobrevivir cada temporada de caza al tiroteo que origina el cruce de escopetas debiera ser olímpico.
Y el PP gaditano también tiene lo suyo, más ahora que la presidenta de Diputación lleva un año en el cargo y ejerce el mando en contra, por ejemplo, de nombramientos con informes positivos de plazas de la RPT para funcionarios propuesto por el alcalde de El Puerto, Germán Beardo, que ha entrado en cólera por este desaire y porque él no es presidente -opina- por una designación del partido de incompatibilidad con ser alcalde y en Huelva Toscano es presidente y alcalde de Aljaraque, en Granada Francis es presidente y alcalde de Alhendín y en Málaga Salado es presidente y alcalde del Rincón. Quizás el sofrito típico de El Puerto se salpimentó en exceso.