Durante toda mi vida laboral he mantenido un estrecho contacto con el sector turístico y más concretamente con la hotelería. Incluso -como algunos de ustedes sabrán- durante un buen puñado de años presté mis servicios en una cadena hotelera. Pues bien, de todo siempre me traigo y extraigo nuevas formas de trabajo, experiencias y conocimientos, algo que no es de extrañar y que toda persona hace.
A la mayor parte de directores o gestores de hoteles que he tenido cerca siempre les he visto tener un importante interés en que el checking que se le realiza al cliente a la llegada a recepción fuera lo más rápido y eficaz posible. Tan es así, que con la llegada de las nuevas tecnologías y la operatividad de las páginas webs, un importante número de establecimientos hoteleros te permiten realizar este trámite con anticipación a tu llegada. Con ello, el tiempo de espera se reduce considerablemente, quedando sólo pendiente la asignación de la habitación y la correspondiente copia del documento acreditativo de identidad.
Todos cuando viajamos agradecemos que este tiempo de registro se reduzca a lo mínimo imprescindible: estamos deseando (en la mayoría de los casos) tomar la habitación, soltar las maletas y comenzar a disfrutar del destino. La espera, en el mostrador de recepción, cuanto más corta pues mejor.
Ahora el Gobierno populachero que nos desgobierna se ha sacado de la manga un hipercuestionario de más de cuarenta preguntas que tenemos que responder en ese momento. Preguntas que llegan a ser tan absurdas como saber con qué persona vamos a compartir la habitación (¿y a ustedes qué les importan que sea nuestra pareja, un/a compañero/a de trabajo, un familiar o fulanita de tal?). La pregunta raya no solo lo absurdo sino la intimidad de la persona. Asimismo, nos piden datos fiables de nuestra filiación, tales como el número de móvil o el correo electrónico, creo que en una clara violación frente a la Ley de Protección de Datos. Datos que, además, deben ser verificados por el establecimiento. Estose convierte en un tiempo de espera fastidioso para el que llega de viaje así como un exceso de horas de los trabajadores del establecimiento.
Todo este proceso se trata de un paso más de control del Gobierno hacia nosotros. Un paso más que nos conduce a esa deseada República Bolivariana en la que quieren convertir nuestro país. A raíz de estas medidas tan absurdas como abusivas,recuerdo a Groucho Marx, a quien le preguntaron en una aduana a qué se dedicaba. Sin pensarlo dos veces respondió: “Soy contrabandista”.
De risa y de chiste. Riamos por no llorar.
