El
Ayuntamiento de Sevilla está
obligado a establecer una
tasa específica sobre la
gestión de los residuos que incluya el
coste de todo el tratamiento y gestión, incluyendo el gasto que cada entidad local asume por
enterrar en vertedero la basura, pero
no lo hará en los presupuestos de 2024. “Se está estudiando”, reconocía el delegado de Hacienda Juan Bueno a Viva, pero confirmaba que
no será en el nuevo presupuesto que ahora se redacta para buscar el apoyo del resto de grupos de la oposición, al no tener el PP mayoría absoluta en el Pleno. Pero el Ayuntamiento, como el resto de los municipios,
no tiene mucho margen y en abril de 2025 será obligatorio para todas las entidades locales.
No es baladí
trasladar esta nueva carga a la fiscalidad de Sevilla, dado que parte de la
tasa de basura se incluye en el
recibo del agua en el caso del ámbito
doméstico y ya ha sido objeto de negociación en las
ordenanzas fiscales para evitar que el incremento del coste de la
subida de Emasesa se trasladara también a la basura y que el
PSOE incluyó como una de sus
enmiendas, aprobadas por el
PP en el último pleno extraordinario en el que los populares sacaron adelante sus primeras
ordenanzas fiscales.
La
Ley de Residuos y Suelos Contaminados para una
Economía Circular de 7/2022 estableció un impuesto a vertedero que
se cobra ya desde el 1 de enero de 2023. Lo
pagan directamente los Ayuntamientos desde su implantación pero la ley establece que “las entidades locales establecerán, en el
plazo de tres años a contar desde la entrada en vigor de esta ley, una
tasa o, en su caso, una prestación patrimonial de carácter público no tributaria,
específica, diferenciada y no deficitaria, que permita implantar sistemas de
pago por generación y que refleje el
coste real, directo o indirecto, de las operaciones de recogida, transporte y tratamiento de los residuos, incluidos la vigilancia de estas operaciones y el mantenimiento y vigilancia posterior al cierre de los
vertederos, las campañas de concienciación y comunicación, así como los ingresos derivados de la aplicación de la responsabilidad ampliada del productor, de la venta de materiales y de energía”.
El
plazo expira en abril de 2025, según se extrae del artículo 11.3 de la ley, y son
pocos los ayuntamientos que lo han implantado. De hecho, la mayoría de ellos, incluidos Sevilla y los que llevan sus residuos a la Mancomunidad de Los Alcores,
están estudiando cómo llevarlo a cabo pero todos han decidido abonar “a pulmón” el coste de este impuesto, que cobra la Junta y una vez que la
Ley de Economía Circular de Andalucía contemplaba de forma ambigua que la recaudación se destinaría a “
políticas de economía circular”, sin que revertiera directamente en las entidades locales o mancomunidades que gestionan estos residuos.
La norma estatal califica esta carga fiscal como un “
instrumento económico
clave para avanzar en la economía circular y en la consecución de los objetivos para la
reutilización y reciclado en materia de residuos”. Su objetivo principal es
desincentivar la práctica de tirar a vertedero o incinerar los residuos sólidos urbanos de los municipios para contribuir a la
reintroducción de los materiales de los residuos otra vez en la economía, como por ejemplo los reciclados.
Con ese objetivo, se establecen esas
tasas impositivas, de 15 a 40 euros por toneladas, según el tipo residuo del que se esté hablando y su tratamiento o no, buscando bajar en un 13% los residuos generados en 2025 y en un 15% en el año 2030. Sevilla, al tener
Lipasam una
planta de transferencia y pretratar los residuos recogidos en cada uno de los contenedores de recogida separada,
abona una media de 30 euros por tonelada pero el coste se eleva ya en los tres primeros trimestres del año a
5,5 millones de euros.
Mancomunidad de Los Alcores
El
problema paralelo al que se enfrenta Sevilla es el estado de la
Mancomunidad de Los Alcores, cuyas
irregularidades administrativas ya han sido denunciadas por el
Tribunal de Cuentas, y la
obsolescencia que presentan las instalaciones de la planta de
Montemarta-Cónica que gestiona en prórroga forzosa la empresa
Aborgase desde el año 2016 y no sin polémica, como el “
cierre patronal” que efectuaron hace tres meses, entre otros aspectos, al no abonar los municipios las partidas actualizadas de sus servicios.
Tras las elecciones municipales,
el PP se ha hecho con el control de la Mancomunidad de Los Alcores y es ahora
José Romero Suárez, concejal de Servicios, Parques y Jardines, Limpieza y Coordinación de Barrios del municipio de Mairena del Alcor el que
ha asumido la Presidencia de una entidad con una situación muy compleja. “Vengo a trabajar y a poner todo en su sitio,
paso a paso, aquí no se había hecho nada y ahora estamos dando pasos”, aseguraba a Viva.
Romero Suárez, que confirmaba que ninguno de los ayuntamientos ha establecido ya ese impuesto, “lo están planteando pero sólo lo estamos pagando”, ha confirmado que los
funcionarios que ya se han incorporado, secretario y tesorero, están
redactando el nuevo pliego para la concesión administrativa del servicio. “
Estamos viendo los terrenos, qué tipo de planta queremos y trabajando con los ayuntamientos”, decía
sin adelantar previsión alguna de fechas para la salida del nuevo concurso.
Mientras, están intentando solventar las
25 deficiencias administrativas detectadas por el Tribunal de Cuentas, de las que ya se han
solventado “unas 17 o 19” y se han regularizado los
pagos a Aborgase, con una comisión de seguimiento en la que se abordan estos aspectos y empezando a hablar con la
Diputación de Sevilla, que cuenta con un
Plan de Residuos no Peligrosos. “
Estamos todos a una y muy respaldados por Sevilla, con muchas ganas para poner a la Mancomunidad donde tiene que estar”, decía Romero Suárez.
La planta de
Montemarta-Cónica ubicada en Alcalá de Guadaíra se considera una de las menos eficientes de Andalucía y ya un informe de la ONG
Rethinking calculaba con los datos de 2018 que
enterraba en vertedero el 85,9% de las 425.287 toneladas que le llegaban de basura, cuando la recuperación de los materiales reciclables podría reportarte en total 18 millones de euros, pero con sólo un porcentaje de recuperación del 20%, se reduce a los tres millones, por lo que “se tira al vertedero” unos 15 millones.