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Biofertilizantes, el futuro de los desechos orgánicos de Sevilla

GSA quiere rentabilizar los desechos orgánicos que llegan a la planta de Montemarta-Cónica de Alcalá de Guadaíra usando microorganismos

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  • Compost de alta calidad -
  • La fase inicial: 300.000 a 500.000 euros de inversión en la planta actual por 2 años
  • Fase de demostración: De dos a cuatro años, con una nueva planta y de 2 a 5 millones
  • En la comercialización, aún sin estimaciones de negocio o facturación, se tratarían 60.000 toneladas al año

Tras años de estudio y dos de ensayo, el Centro Integral de Tratamiento de Montemarta-Cónica, que recoge cien mil toneladas de materia orgánica de Sevilla ciudad y 41 ayuntamientos más de la provincia, pondrá en marcha el proyecto CompoRise, que permitirá generar biofertilizantes de altas prestaciones a partir de los desechos orgánicos generados en Sevilla y provincia.

Su implantación cuenta con tres fases, una piloto de dos años en la que se invertirá entre 300.000 y 500.000 euros, una de demostración de dos a cuatro años en la que se prevé invertir entre 2 y 5 millones, nueva planta incluida, y la de comercialización, que dependerá de las anteriores y del modelo de negocio escogido. Aún no hay estimación económica del negocio que se podría generar pero sí una estimación del volumen de desechos a tratar: 60.000 toneladas de residuos al año.

El proyecto CompoRise está en su fase inicial pero la empresa GSA Servicios Ambientales ha apostado fuerte por él tras los resultados obtenidos por el C-Biofert, que en los últimos dos años ha permitido “identificar microorganismos con propiedades PGPR (Plant Growth Promoting Rhizobacteria), producidos a partir de los residuos orgánicos la fracción orgánica de los residuos sólidos urbanos (FORSU) y cuya aplicación ha sido validada en ensayos de campo, lo que permite generar compost de altas prestaciones y que aceleran el proceso de compostaje”.

C-Biofert se ha estado desarrollando en el Centro Integral de Tratamiento (CIT) Montemarta-Cónica, ubicada en Alcalá de Guadaíra, y ahora GSA pretende “darle continuidad apostando por la economía circular y la reutilización de los residuos orgánicos”, por lo que se prevé contar con una nueva instalación una vez que este proyecto finalice, momento en el que se llevará a cabo la explotación comercial de la tecnología ofreciéndola a los gestores de otros centros de gestión y tratamiento de residuos, además de los que serían los clientes del compost, principalmente agricultores, pero también empresas de jardinería o Ayuntamientos para parques y jardines.  

Fases e inversión

Las inversiones necesarias para el escalado e industrialización de la tecnología se realizarán “secuencialmente” y pasando por una fase de escala piloto, otra de demostración y una última comercial, explican desde GSA.

En la escala piloto se generará una cantidad de producto suficiente para llevar a cabo los ensayos de campo necesarios para el Registro del producto fertilizante en el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (Mapama), lo que permitirá iniciar la comercialización del producto a nivel local y nacional, comenzando a rentabilizar la inversión. Para esta fase, GSA prevé una inversión de entre 300.000 y 500.000 euros y una duración de dos años.

El siguiente paso será desarrollar una planta demostración, “escalando la tecnología entre 10 y 20 veces el tamaño de la planta piloto”, de forma que se valide el modelo de producción y se genere cantidad suficiente de producto para continuar con su desarrollo comercial.

El presupuesto de esta etapa dependerá del modelo de producción seleccionado, pero podría oscilar entre 2 y 5 millones de euros. La duración del proyecto, incluida la construcción y la validación de la tecnología, es de entre 2 y 4 años, explican.

El escenario económico

“El proyecto CompoRise se encuentra en una fase muy inicial y, en estos momentos, no estamos en disposición de hacer una valoración económica”, destacan desde la empresa. “Debemos esperar a los resultados generados a lo largo del proyecto. Sí podemos afirmar que desde GSA ya se ha conseguido un paso importante para hacer económicamente rentable el proceso de compostaje”.

A través del proyecto C-Biofert (2020-2022) se han identificado microorganismos con propiedades PGP, capaces de crecer en un medio de cultivo generado con la FORS, sin aporte de nutrientes externos, cuyo comportamiento se ha validado con ensayos de campo.

Ahora, con el proyecto CompoRise (2022-2024), se busca la aceleración del proceso de compostaje y la generación de un compost de mayor calidad y potencial para su uso como fertilizante agronómico. “En base a los resultados que obtengamos, estaremos en condiciones de definir los escenarios económicos concretos”, apuntan.

60.000 toneladas al año

Todos los residuos orgánicos pueden ser tratados mediante compostaje, aunque actualmente la mayor parte de la materia orgánica llega a Montemarta-Cónica con la fracción resto, superando las cien mil toneladas. Sin embargo, cuando en diciembre entre en vigor la nueva normativa que obligará a separar los residuos orgánicos de la fracción resto, serán una 60.000 toneladas al año los desechos orgánicos generados en Sevilla y su provincia que podrán ser empleados como materia prima para el proceso que se está desarrollando en el proyecto CompoRise, señalan.

En el Centro Integral de Tratamiento Montemarta-Cónica se gestionaron 683.000 toneladas de residuos en el año 2021, dando servicio a Sevilla y su área metropolitana (42 ayuntamientos y 1.391.697 habitantes).

Mejora de los sistemas de producción agrícola

El proyecto CompoRise prevé mejorar los actuales sistemas de producción agrícola, de acuerdo con la estrategia de Farm to Fork (de la granja a la mesa) enmarcada dentro del Pacto Verde Europeo (Green Deal), fomentando una agricultura ecológica (25% de toda la tierra destinada a agricultura para el 2030) y reduciendo al 20% la cantidad de fertilizantes químicos y al 50% la cantidad de pesticidas y antibióticos empleados para el 2030, evitando procesos de pérdida de nutrientes (50%) y procesos de lixiviación y eutrofización, explican.

En este sentido, “importantes cambios en la legislación no solo nacional, sino también europea, han abierto la puerta al uso de microorganismos por parte del sector agrícola”, a través del Real Decreto 999/2017 mod. RD 506/2013 sobre productos fertilizantes, que contempla por primera vez en España el uso de microorganismos en agricultura; y del Reglamento UE 2019/1009, que recoge por primera vez el uso de microorganismos bioestimulantes en el mercado los productos fertilizantes UE, concluyen.

La clave, la aceleración de un proceso natural

El compostaje es un proceso natural de descomposición de materia orgánica por microorganismos bajo condiciones controladas en presencia O2. El principal inconveniente del proceso de compostaje es la elevada duración, que hace que los residuos se acumulen y se degraden. Por esta razón, la comercialización del compost resultante no es rentable, por lo que incrementar la calidad del producto final, disminuir los de costes acelerando el proceso y el estudio de aplicaciones avanzadas para este compost constituyen un aspecto crucial para su implementación en las plantas de gestión y tratamiento de residuos orgánicos.

Ésta es la base del proyecto CompoRise en Montemarta-Cónica, subvencionado por el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), con el apoyo técnico del Centro Tecnológico ITENE (producción de microorganismos de interés agroindustrial), y del Instituto de Recursos Naturales IRNAS (ensayos en campo con los productos desarrollados).

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