El ruido de las motosierras se ha dejado sentir durante toda la mañana en la Plaza de la Encarnación. Se intuía lo que ocurría tras las vallas verdes que rodean el espacio. El último ficus singular de la plaza, uno de los que inspiraba a las Setas que al final han acabado por pudrir sus raíces, era cortado, talado y retirado por trozos. Sin algarabías ni movilizaciones ni protestas. El ficus ha dejado de existir tal y como había anunciado el Ayuntamiento.
Ha sido antes del miércoles y la empresa contratada para apear de forma definitiva el ficus de la Encarnación procedía, con el auxilio de una gran grúa, a cumplir con su cometido poco a poco, de modo que a media mañana ya nada quedaba del ficus, sólo una montaña de enormes troncos que posteriormente eran cortadas con precisión milimétricas por los operarios.
Han sido testigos los transeúntes, que miraban y fotografiaban el proceso entre los agujeros estratégicamente abiertos en la valla. Y han sido testigos los numerosos trabajadores de los negocios que acoge la plaza: vendedores de cupones, camareros, estanqueros y dependientes de tiendas oían el runrún metódico de las motosierras y observaban cómo los curiosos escudriñaban para ver el proceso, con una resignación que contrasta con la vivida en el intento de apeo de San Jacinto.
Tras siete décadas de existencia, desaparece de la plaza de la Encarnación uno de los ejemplares que inspiraba a Yurgüen Mayer para su proyecto del Metropol Parasol, las populares Setas de Alfredo Sánchez Monteseirín que, a la postre, han sido claves en la muerte progresiva de los ejemplares históricos.
La subida de la cota, el daño durante las obras con la incorporación de elementos extraños y la aparición de hongos por anoxia dejaban al Ayuntamiento en la difícil tesitura de decidir su futuro. A pesar de que los informes tras el vuelco del ejemplar vecino allá por mayo de 2022 y los iniciales tras la rotura de uno de sus ejes principales apostaban por sujeciones externas y una vigilancia adecuada para conservar el ejemplar a medio plazo, de cinco a quince años, los técnicos de Parques y Jardines lo vieron claro, hay que apear el ejemplar.
Y así se ha hecho. La Plaza de la Encarnación ya no tiene ningún ejemplar de ficus y ahora se vaciará su alcorque, se retirarán los elementos artificiales y se decidirá qué tipo de árbol sustituirá al imponente ficus que ya no preside la plaza y que no interrumpe desde Puente y Pellón la visión de las Setas.