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Sevilla

Las nuevas técnicas quirúrgicas reducen al 4% la incontinencia tras extirparse la próstata

La cirugía para incontinencia masculina permite corregirla en la mayoría de los casos, según se ha puesto en evidencia en una taller del Hospital Infanta Luisa

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  • Al taller han acudido urólogos de hospitales públicos y privados de Sevilla

Especialistas del Servicio de Urología del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa han destacado que, en los últimos años, gracias a las nuevas técnicas quirúrgicas, cada vez menos invasivas -vía laparoscópica simple, laparoscópica robótica o los esquemas de tratamiento selectivo-focal-, han disminuido “muy drásticamente” los casos de incontinencia urinaria tras una prostatectomía radical, con los mismos buenos resultados oncológicos, hasta situarlos en un 4-5 %.

La prostatectomía radical es una cirugía donde se extirpa la próstata de forma integral con intención curativa del cáncer de próstata. En este marco, los especialistas del Servicio de Urología del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa, Francisco Javier Giráldez y José Luis Marenco han llevado a cabo un taller de cirugía para la incontinencia urinaria masculina, una de las causas más claras de incontinencia de origen esfinteriano después de haber sido sometido a una intervención de cáncer de próstata.

Al taller han acudido urólogos de hospitales públicos y privados de Sevilla y, para ello, han contado también con la colaboración de doctor Augusto Wong, especialista del Instituto Valenciano de Oncología (IVO).

La incontinencia urinaria, definida como el escape involuntario de orina, sea cual fuere la causa, es un padecimiento mucho más común en mujeres (una de cada cuatro), si bien también ocurre en los hombres y su frecuencia aumenta progresivamente con la edad (se estima que un 7-9% de los hombres la sufren). Los grados de incontinencia se clasifican, según los síntomas, en leve, moderada y grave, afectando con esa misma magnitud a la calidad de vida del paciente.

La incontinencia urinaria masculina se produce por múltiples causas que influyen ya sea al funcionamiento de la vejiga, que almacena e impulsa la orina; al esfínter urinario, que debe contener la orina y relajarse para su vaciado; o, incluso, a ambos. Ahí ya entran factores neurológicos, musculares, metabólicos y efectos colaterales de medicación o tras cirugías pélvicas.

“Todo esto implica que un síntoma tan claro como ‘se me escapa la orina’ conlleve un estudio diferencial que pueda ofrecer un tratamiento adecuado a cada caso y que puede ser conductual-higiénico, fisioterápico, farmacológico, quirúrgico o una combinación de ellos”, explica el doctor Giráldez.

Y es que, según precisa el doctor Marenco, la próstata es un órgano pequeño, pero “muy estratégico” para el aparato génitourinario masculino, ya que, además de en el área sexual, participa en los mecanismos de continencia y “al extirparla ya estamos eliminando uno de sus componentes”.

Asimismo, al estar situada justo en el plano neuromuscular del suelo pélvico, donde se sitúa el esfínter urinario, que es el órgano máximo en la continencia, “puede verse afectada durante la cirugía tanto la inervación nerviosa como la musculatura esfinteriana, de forma que resulte en una incontinencia de grado variable en la que cuando fracasan los tratamientos conservadores sólo nos quedará la solución quirúrgica”, apunta Marenco.

En la actualidad, el tratamiento quirúrgico de la incontinencia urinaria masculina de origen esfinteriano estriba en dos soluciones. Cuando la incontinencia es moderada (el esfínter tiene la capacidad de contraerse algo, pero no cierra por completo la uretra), se suele indicar la colocación de mallas suburetrales de forma análoga a lo que se hace en la mujer, dándole sostén al plano del esfínter para que pueda cerrar por completo el círculo de paso.

Por último, si la incontinencia urinaria es grave o total (el esfínter no tiene apenas función), la mejor solución es el esfínter artificial, cuyo funcionamiento es parecido a un aparato de medir la tensión arterial, ya que, tal como explica Giráldez, “cuando está lleno su volumen cierra el paso de igual forma que un tensiómetro nos aprieta el bazo”. “Cuando lo activamos a voluntad, manejando una válvula situada en el escroto, se vacía el manguito, se libera la uretra y entonces se permite el flujo de orina”, puntualiza el urólogo.

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