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Sevilla

La lluvia no aguó, pero acortó, la fiesta del Heraldo Real

La previsión se cumplió y, aunque se adelantó la salida, la lluvia apareció a la altura de la Catedral y arreció después, acelerando el fin del cortejo

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El Herlado Real bajo paraguas.

La entrega de las llaves al Heraldo.

La entrega de las llaves al Heraldo.

La entrega de las llaves al Heraldo.

La entrega de las llaves al Heraldo.

La entrega de las llaves al Heraldo.

El Heraldo a su paso por el Salvador.

El Heraldo a su paso por el Salvador.

El Heraldo a su paso por el Salvador.

El Heraldo a su paso por el Salvador.

El Heraldo a su paso por el Salvador.

  • Los sevillanos se volcaron en la primera parte del recorrido, cuando aún había esperanza de que el agua no apareciera
  • El chispeo junto a la Catedral se hizo chaparrón y los paraguas y chubasqueros inundaron todo el centro
  • El alcalde entregó las llaves de la ciudad al Heraldo y éste aceleró su vuelta al Ateneo bajo una intensa lluvia

Las previsiones se cumplieron pero también los deseos del Heraldo Real, aunque no subió a caballo a la Giralda, sí que aceleró el paso el cortejo para recibir las llaves de la ciudad de manos del alcalde y se precipitó el fin del recorrido antes de las siete y media de la tarde, empapados el cartero real, sus acompañantes, sus pajes, los beduinos, los agentes de policía, voluntarios, bandas de música y, por supuesto, los cientos de sevillanos y muchos visitantes que lo esperaron bajo el paraguas hasta que se cerraron las puertas del Ateneo en la calle Orfila.

El Heraldo Real sabía que iba a aparecer la lluvia y se hizo todo lo posible para que buena parte del recorrido se hiciera sin agua, adelantándose a las cinco de la tarde la salida del cortejo desde la sede del Ateneo en la calle Orfila. Con el cielo encapotado, muchas familias con sus hijos esperaban en la calle Cuna, la Plaza del Salvador y la de San Francisco a que pasara el mensajero de los Reyes Magos con sus beduinos y el palanquín que seguía recogiendo las cartas de los más pequeños.

 

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El gran ambiente, la música de las bandas y el entusiasmo del cortejo y de los presentes, entre ellos muchos turistas que no ocultaban su sorpresa ante esta tradición tan sevillana, se iba abriendo por las calles del centro entre caramelos, chupachups y pequeños regalos de lo más diverso. Hasta que la comitiva se iba acercando a la Catedral, cuando comenzaba a chispear levemente y comenzaba a apretar, pero sólo un poquillo.

El Heraldo Real, encarnado en esta ocasión por nuestro compañero de 7TV José Manuel Peña Sutil, no pidió al Cabildo Catedral permiso y no subió a la Giralda a caballo, como hiciera en su día San Fernando, buscando refugio sino que enfiló la Avenida de la Constitución para acelerar el acto de entrega de las llaves de la ciudad.

Entre un mar de paraguas y chubasqueros, los jinetes del cortejo se hicieron paso hasta llegar al Ayuntamiento donde el Heraldo Real leía su discurso, recordando el recorrido de los Reyes Magos hasta llegar a la ciudad y repartir regalos por todos los rincones de Sevilla, un discurso que terminó con una buena colección de vivas entre el aplauso de los presentes.

El alcalde, José Luis Sanz, que estuvo acompañado por buena parte del equipo de Gobierno y por representantes de los diferentes grupos municipales, agradeció la presencia de un Heraldo que es preludio de que los Reyes Magos “están muy cerca” y al que entregó las mismas llaves que el rey San Fernando utilizó hace 800 años para abrir las puertas de Sevilla.

Pero tras la entrega de llaves, la lluvia arreció más y el cortejo decidió acelerar aún más el paso, pero por el mismo recorrido, donde se encontró a cientos de paraguas que los acompañaron por la Plaza de la Magdalena, por la Campana y por Imagen, ya un poco desordenado, sin una de las bandas y con los participantes empapados. Y aún así, seguían repartiendo caramelos y regalos hasta que lo que quedaba de la comitiva llegó hasta la sede del Ateneo, donde hasta algunos de los presentes le pidió al Heraldo Real algún que otro selfie como cierre del cortejo.

Las puertas del Ateneo de Sevilla se cerraban poco después de las siete y media de la tarde habiendo cumplido, a pesar de las previsiones, con una de las tradiciones más arraigadas de las Navidades sevillanas y que, incluso ante la adversidad del tiempo, fue seguida por cientos de personas, eso sí, paraguas en mano.

La tradición del Heraldo Real, que ya han copiado otras grandes ciudades como Málaga, es además un preludio de la jornada grande de la Cabalgata de los Reyes Magos, que data de 1918, y que puede librarse de las lluvias, a tenor de las últimas previsiones, que auguran que la tarde permitirá que sus Majestades de Oriente puedan recorrer las calles de Sevilla sin alterar su recorrido.

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