El
túnel submarino más largo del mundo, con
18 kilómetros en números redondos, conectará la
isla de Fehmarn (Alemania) y la de Lolland (Dinamarca) cuando se termine, si se cumplen las previsiones, en el año 2029, a un
coste inicialmente estimado de 7.350 millones de euros. Sin embargo,
en una historia inversa a la de la SE-40 en Sevilla, inicialmente
este túnel se proyectó como un puente. La conversión del puente en túnel es la
demostración de que el plan de construir un puente en el Guadalquivir para el tramo de la
SE-40 entre Coria y Dos Hermanas puede ser
perfectamente reversible.
El
túnel bajo las
aguas del mar Báltico, entre islas de Alemania y Dinamarca, se construirá mediante la
técnica conocida como de cajones sumergidos, similar a la propuesta para
salvar el río Támesis en el Reino Unido.
El proyecto germano-danés constará de
79 elementos (cajones en el argot) estándar de
220 metros de longitud y de 10 elementos especiales para alojamiento de los sistemas y
equipos de seguridad del túnel, construidos en
hormigón armado, para contener
dos tubos de 3 carriles para vehículos; dos tubos para ferrocarril y un tubo para emergencias.
A medida que se
vayan terminando de construir esos elementos
se sumergirán y se sellarán entre sí en una zanja de entre
12 y 15 metros de profundidad y de 40 a 50 metros de anchura, que las
dragas van excavando en el fondo del mar.
Se calcula que se extraerán del orden de
19 millones de m3 de material del lecho marino mediante este dragado, material que se usará para
crear nuevas playas y ampliar terrenos en las islas cercanas a los trabajos.
Como se recordará,
una de las razones dadas por el Gobierno español para desechar el túnel como solución para el cruce del río Guadalquivir por la ronda de circunvalación
SE-40 es que su excavación generaría un
millón de m3 de materiales que al ser apilados en los alrededores formarían montículos artificiales de una
altura similar a la del puente propuesto para sustituirlo.
Los
trabajos preparatorios en Dinamarca de la fábrica necesaria
en el puerto y el túnel comenzaron en el año 2020, para que las obras propiamente dichas pudieran empezar el 1 de enero de 2021.
A mediados de 2022, los trabajos de dragado ya estaban completados al 50%. Los
primeros cajones se empezarán
a ensamblar debajo del mar en este año
2024. Se calcula que el proyecto requerirá
tanto metal como cincuenta torres Eiffel. En
coche actualmente se tardan
dos horas en completar el trayecto entre las dos islas. Cuando el túnel esté terminado se hará en tan solo
diez minutos en automóvil y en siete minutos en tren.
Inicialmente, la
conexión entre las islas danesa y alemana se estudió en los
años 90 del siglo XX como un puente parecido al de Oresund, que une las áreas metropolitanas de Copenhague (Dinamarca) y Malmoe (Suecia) y que acabó
costando 2.600 millones de euros.
El
puente entre Fehmarn (Alemania) y Lolland (Dinamarca) habría tenido unos
20 kilómetros de largo y se habría compuesto de
tres tramos atirantados. Los
cuatro pilares de la subestructura del puente habrían tenido unos
280 metros de altura, con un
espacio libre vertical (gálibo) de unos 65 metros sobre el nivel del mar para permitir que los barcos transoceánicos pasaran por debajo.
El diseño de los
enlaces del puente estaba siendo realizado por la
empresa Dissing+Weitling por sus características
estéticas y por las
empresas COWI y Obermeyer por sus aspectos de
ingeniería civil. El diseño propuesto habría llevado
cuatro carriles de autopista y dos vías de tren.
Tras los
estudios técnicos realizados por la
empresa pública danesa Femern, ésta llegó a la conclusión en el año 2010 de que
un túnel con cajones sumergidos, es decir, no perforado con tuneladoras, como el que se proyectó para la SE-40, era
preferible al puente por varias razones, entre ellas que
su construcción entrañaba menos riesgos, su
impacto ambiental era mucho menor;
era independiente de las condiciones climatológicas, especialmente de los fuertes vientos cruzados del mar Báltico para el transporte pesado; y, a la postre,
los costes serían similares.
El
Parlamento de Dinamarca aprobó por una
amplia mayoría la idea del túnel en vez del puente en enero de 2011.
El
consorcio español formado por las empresas SICE-Cobra se adjudicó el
proyecto de diseño y construcción de las instalaciones electromecánicas del túnel de Fehmarnbelt, por un total de alrededor de
4.000 millones de coronas danesas, algo más de 530 millones de euros.
El contrato pone especial énfasis en
soluciones energéticamente eficientes y soluciones que se adapten a las
tecnologías verdes del futuro, garantizando que el túnel sea una
infraestructura segura para los usuarios, tanto por carretera como por ferrocarril. Las
instalaciones del túnel así como el
tráfico en el mismo estarán
monitorizados las 24 horas al día para garantizar que cualquier incidencia sea detectada y atendida.