El Sevilla cayó eliminado de los cuartos de final de la Copa del Rey tras caer por la mínima en el Cívitas Metropolitano. Como pasa siempre los jueves, el equipo se transformó, mostró su mejor versión y tuvo oportunidades para tumbar al Atlético de Madrid del Cholo Simeone. El problema es que cuando se le presentó la mejor ocasión para igualar la eliminatoria, el árbitro fue el protagonista y perjudicó al conjunto sevillista.

El Atleti se puso por delante en la segunda mitad y sudando sangre para hacerle gol a Nyland. Los de Quique Sánchez Flores dieron la cara hasta el final y tuvieron un penalti a favor en el 95 para haber logrado el empate y forzar la prórroga. De hecho Gil Manzano lo señaló y en el banquillo sevillista lo celebraron como un gol, pero el colegiado fue al VAR y acabó retractándose. Nunca sabremos por qué.

Y es que era un penalti como una casa. El Sevilla se fue a la presión, forzó el error de Pablo Barrios, que perdió la pelota y se tiró al suelo para quitársela a Erik Lamela. El Coco la tocó lo suficiente para desviarla y caer derribado por el contacto del jugador del Atlético. No hay interpretación posible. Era penalti y punto. Es complicado pitar ese penalti a un club grande, en su campo y en el minuto 95 de unos cuartos de final, pero hay que hacerlo.

Dejando de lado esta jugada que marcó el encuentro y la eliminatoria, cabe destacar que en esta ocasión no hay mucho que reprochar al cuadro nervionense. Dio la cara, no se amedrentó y fue a por la eliminatoria cada vez que pudo, pero no le dio para ser superior a todo un Atlético de Madrid que contaba con 60.000 almas animando.

Se acabó para el Sevilla la única opción que tenía de hacer algo importante esta temporada. En enero ya no hay ni Copa del Rey ni competiciones europeas. Este año los nervios en el mes de mayo pueden venir por evitar el descenso, no por pelear por algún trofeo.

Lo positivo es que los de Quique Sánchez Flores ya sólo tienen un frente abierto y se puede volcar en evitar que las cosas en la liga se sigan torciendo. No habrá más ilusiones y esperemos que no haya muchos más disgustos.