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Sevilla

Domingo de lluvia y barro

Sólo La Borriquita finalizó su estación su penitencia acelerando el paso y volviendo a su templo más de una hora antes

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Domingo de Ramos en Sevilla.

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  • Las hermandades de La Paz, Jesús Despojado y La Cena se refugiaron en la Catedral, donde aún permanecen
  • El chispeo de barro se alternaba con pequeños chubascos, hasta que a las seis de la tarde cayó el chaparrón, que se intensificó después
  • La Hiniesta, San Roque, La Amargura, La Estrella y El Amor decidieron no realizar su estación de penitencia

El cielo plomizo de la mañana del Domingo de Ramos parecía confirmar lo que ya se venía anunciando, que la lluvia iba a hacer acto de presencia y en medio del bochorno, con toda la ciudad bajo una fina y extensa capa de tierra que afeaba calles y plazas, la hermandad de la Hiniesta era la primera en renunciar a hacer su estación de penitencia y que finalmente sólo haría la Borriquita en una jornada en la que las otras tres hermandades que decidieron salir aún permanecen refugiadas en la Catedral de Sevilla.

La previsión meteorológica parecía clara pero la esperanza pesó demasiado en las decisiones de las hermandades. Mientras la Hiniesta, patrona del Ayuntamiento, decidía no salir, La Paz decidía disputarle la valentía a La Estrella y emprendía su camino, eso sí, modificado por el cierre preventivo de los parques tras el aviso de la Aemet de la que la ciudad entrada en aviso amarillo por viento y lluvias. El Señor de la Victoria bordeaba el Parque de María Luisa camino de la Avenida de Portugal cuando Nuestra Señora de la Paz salía de su templo: chispeaba barro y, aunque no era intensa, la hermandad decidía que el Señor prosiguiera su estación de penitencia hasta la Catedral bajo un capote protector mientras la Virgen regresara a su templo.

Con el cielo igualmente encapotado, era el Amor quien decidía poner en la calle la hermandad de la Borriquita, encargada de abrir la Carrera Oficial, y tras ellos, Jesús Despojado, que le dedicaba su salida a Loren, un joven costalero del palio que había fallecido este mismo Domingo de Ramos. Seguía chispeando pero no agua, eran gotas de barro que molestaban pero no lo suficiente para que la estación de penitencia se cancelara. Apretaban el paso, sin buscar refugio, no mojaba la esperanza de llegar a la Catedral. Barro, más barro, pincelando las túnicas blancas de los nazarenos de La Paz, que ya había decidido que Jesús de la Victoria regresara a su templo en cuanto hubiera un claro para alcanzar su barrio.

La Borriquita llegaba a Campana para abrir Carrera Oficial antes incluso de la hora fijada, sin que ni siquiera estuviera aún montada la mesa de las autoridades para recibirla. Pedía la venia una joven nazarena de la Hermandad del Amor y con un cuarto de hora de antelación recorrería Sierpes, San Francisco, Constitución y Catedral, a donde ya se había refugiado el Señor de la Victoria, mientras llegaba a Campana Jesús Despojado.

La Cena, con sus tres pasos, decidía realizar su estación de penitencia aunque modificando algo el recorrido. La previsión de que hubiera un claro que hasta pensaba utilizar La Paz para volver a su templo se truncó y, tras reunión de cabildos y algunos retrasos, las otras tres cofradías de la tarde San Roque, La Amargura y hasta La Estrella, conocida por ser la Valiente de Triana a la hora de salir en procesión, fueron decidiendo una tras otra no realizar su estación de penitencia.

Y acertaron, porque a partir de las seis de la tarde se cumplieron los pronósticos y el chispeo se hizo chaparrón y truncó el deseo de La Paz de que su Señor regresara a casa, dejó a Jesús Despojado con sus titulares en la Catedral e hizo volverse al Señor de la Humildad y Paciencia y al Señor de la Sagrada Cena, ambos de la Hermandad de la La Cena, cuyos titulares tuvieron que ser cubiertos por capas, en una de esas imágenes que se quedan grabadas en la retina del cofrade.

La única que había conseguido cumplir con su estación de penitencia era La Borriquita y hasta la iglesia del Salvador se dirigieron todas las miradas mientras la lluvia se hacía más persistente aún, como el viento. El parte meteorológico no auguraba cambios y la Hermandad del Amor decidía renunciar a realizar su estación de penitencia y, como el resto de las cofradías, realizar un vía crucis por el interior del templo, abiertos luego para que los fieles y devotos pudieran ver a sus titulares.

El chaparrón de la media tarde también dispersó a los numerosos cofrades y visitantes que habían acudido al centro de la ciudad, lo que generó más de una aglomeración en los servicios públicos, especialmente en el Metro, ya que la estación más cercana, la de la Puerta de Jerez, sólo era de bajada, por lo que sólo podían montarse en las estaciones de Plaza de Cuba y el Prado, provocando largas colas que incluso llegaban al exterior de la calle.

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