Cierra una Semana Santa en Sevilla en la que se han truncado muchas de sus jornadas más singulares, como la Madrugá, por la lluvia, que ha caído a veces sin cuartel, otras en forma de llovizna y en ocasiones hasta con barro. Pero la ciudad no sólo se ha quedado sin muchos de sus pasos, con sólo una veintena de hermandades que han podido completar, algunas con dificultades, su estación de penitencia, sino que la climatología ha incidido especialmente en la hostelería, que tiene en estas fechas una de sus épocas más doradas, con un descenso del 50% de sus ventas.
La climatología había respetado a las Vísperas pero la lluvia se hizo presente el Domingo de Ramos, la primera jornada en Carrera Oficial y en la que sólo la Borriquita realizó la estación de penitencia. Las primeras previsiones que daban alguna jornada de agua comenzaban a cambiar y el cielo se tornaba negro, como se ha mantenido prácticamente toda la semana.
Mientras el Lunes Santo fueron las hermandades de la mañana las que no procesionaron, aunque sí lo hicieron las siete restantes, con San Gonzalo o El Museo dejando estampas populosas y de seriedad, como se alternan en las Semana Santa sevillana, el Martes Santo cambiaban las tornas y eran las de la tarde, entre ellas los Estudiantes, las que renunciaban a procesionar ante los chubascos dispersos que iban mojando parcialmente al resto.
Pero llegó el Miércoles Santo y todo se tornó aguas. Las ansias le jugaron una mala pasada a las dos únicas hermandades que decidieron procesionar y aunque El Carmen Doloroso decidió volver a su templo, el Buen Fin ha estado toda la semana en la Catedral en espera de un claro que les permitiera volver a casa.
A partir de ahí, ni Jueves Santo, ni Madrugá, ni Viernes Santo. Hacía trece años que Sevilla no se quedaba sin Madrugá y aunque es habitual que siempre haya un día aciago por el tiempo, los cofrades ya no recordaban cuándo se habían quedado en casa la Macarena o la Esperanza de Triana. Los cofrades y los turistas compensaban la ausencia de pasos en las calles con colas interminables en los templos, como las casi 85.000 personas que se acercaron a la Basílica de la Macarena el mismo Viernes Santo. Y las colas seguían el domingo, como por ejemplo ante la iglesia del Patrocinio donde esperaban ver a El Cachorro.
Huvo un pequeño claro, el Sábado Santo, y las cinco hermandades que procesionan pudieron hacer su estación de penitencia pero la Resurrección, a pesar de que había modificado su horario esperando que si retrasaba su salida pudiera esquivar a los últimos resquicios de Nelson, pero no fue así y la última borrasca no nombre terminaba por cerrar en blanco el Domingo de Resurrección.
Impacto directo en la hostelería
El efecto directo ha estado en la hostelería, que asegura que la climatología ha desplomado sus previsiones y reducido su facturación de manera considerable, en un 50%, una “reducción drástica de ventas” que no ha influido en la empleabilidad que “se mantiene en cifras del pasado año”.
La Asociación de Hosteleros de Sevilla y Provincia se ha mostrado preocupada por el impacto negativo de de las inclemencias climáticas en la actividad turística y comercial de la ciudad, unas fiestas claves y en las que la facturación durante ha experimentado “una dramática disminución del 50% de media en comparación con el año anterior, como resultado directo de las persistentes lluvias que han azotado la ciudad y sus alrededores”.
Según han expuesto, en aquellos establecimientos que por su amplitud interior ha posibilitado el servicio de comidas y bebidas “con cierta normalidad” a pesar del descenso de clientes, pero “el impacto ha sido mucho mayor en aquellos bares de pequeño tamaño sin terraza exterior cuyo descenso en ventas ha alcanzado el 70% respecto al año anterior”, especialmente truncado en aquellos situados en barrios con salidas procesionales, cuya facturación del día dependen de esas procesiones.
A pesar de que el turismo internacional ha logrado mantenerse relativamente estable, se ha observado una marcada caída en el flujo de turistas nacionales, manteniéndose las reservas durante los primeros días pero que en las jornadas claves como Jueves y Viernes Santo “las cancelaciones han sido una constante”.
Para la AHS, las inversiones “difícilmente se han visto recompensadas con un beneficio de ventas óptimo”, apuntaban, recordando el acopio de materias primas y las contrataciones de personal, que han alcanzado las tres mil, como el pasado año.
Alfonso Maceda, presidente de la AHS, ha expresado su gran “decepción por la caída considerable de la facturación en unas fechas claves para sector hostelero de la ciudad. No obstante, esperamos con ilusión el periodo primaveral que siempre ha sido de gran impulso para la hostelería local. Aún con los malos resultados de estos días, cabe destacar la intachable labor de los empresarios hosteleros que, en su gran mayoría, han demostrado su gran labor y responsabilidad en unos días tan complicados”.
Maceda ha reconocido “importantes mejoras” en la normativa especial de Semana Santa, apostando por “continuar con el diálogo entre el sector y el Ayuntamiento” para que estas fiestas no supongan “un menoscabo en el desarrollo de nuestras funciones con medidas que, lejos de mejorar la imagen de la ciudad, supone una limitación y agravio comparativo respecto al resto de ciudades tanto a nivel regional como nacional”.