La
Iglesia de Santa María la Blanca lleva desde noviembre inmersa en un proceso de
restauración en la zona de la
Capilla Mayor y el Retablo Mayor, espacio que no había sido investigado anteriormente por la dificultad que suponía retirar el retablo y que al ser
desmontado, pieza por pieza, ha dejado al descubierto una serie de
vestigios judíos, concretamente del "
sancta sanctórum de la antigua sinagoga".
La obra de restauración tiene una
doble vertiente, pues afecta a la parte
mueble y a la inmueble. El movimiento de desplome hacia delante que había estado sufriendo la
estructura muraria a la que el retablo se encuentra sujeto ha provocado, en palabras de J
osé María Rincón,
arquitecto director de la obra en la parte inmueble,
“una situación anómala” en la que “
ya no era el retablo el que era sostenido”, sino lo contrario. Se ha estado dotando, señala, de “
una estructura ligera metálica, de aluminio” a la zona de sujeción.
La intervención tendrá un coste de
87.000 euros para la parte inmueble y alrededor de 90.000 euros para la mueble. “La obra está prevista que la
terminemos en el mes de julio”, ha señalado Rincón.
“Sabíamos que en este proceso le íbamos a quitar el
velo a una zona interesantísima de la iglesia desde el punto de vista patrimonial e histórico”, comenta Rincón en referencia al
muro de cierre de la sinagoga, una parte del templo que llevaba
oculta más de 350 años -y presumiblemente
no podrá volverse a ver-, cuando la iglesia sufrió el proceso de transformación barroca comandada por el canónigo Justino de Neve y que conformó la actual configuración de la Capilla Mayor.
En su origen,
Santa María la Blanca era una mezquita que, con la llegada de los cristianos en 1248,
pasó a ser una sinagoga y en 1391, previo asalto a la judería,
se convirtió en iglesia. Con el paso a templo cristiano, ha señalado Valiente,
“se elimina” la decoración de la zona del hejal, posteriormente presbiterio, del que
sólo persisten tres hornacinas de 79 centímetros de ancho, 46,5 de fondo y unos 1,15 metros de alto.
Además de los ya, mencionados, a la presentación de estos hallazgos acudieron Carmen Ortiz, delegada de Turismo, Cultura y Deporte en Sevilla; Miguel Ángel Núñez, párroco de la iglesia; Antonio Rodríguez Babío, delegado diocesano de Patrimonio Cultural de la Archidiócesis; y José Joaquín Fijo y Almudena Fernández, encargados de la restauración del retablo.