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Alerta de los expertos ante los vertidos al Guadalquivir de Cobre las Cruces y Los Frailes

Un grupo de profesores universitarios entrega a la Junta un informe en el que alertan de que los proyectos mineros incluyen errores sobre los vertidos al río

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  • Recreación de la nueva planta de Cobre Las Cruces en Sevilla. -

Expertos advierten del impacto en el Guadalquivir de proyectos mineros en Sevilla

Jorge Molina

Sevilla, 20 may (EFE).- La inminente vuelta al funcionamiento de las minas sevillanas de Cobre las Cruces (Gerena) y de Los Frailes (Aznalcóllar) ha motivado que un grupo de profesores universitarios entregue a la Junta de Andalucía un informe en el que alertan de que los proyectos mineros incluyen errores respecto a los vertidos que realizarán en el Guadalquivir.

Esos proyectos “no han tenido en cuenta las condiciones específicas de hidrodinámica y fisicoquímicas de la parte alta o interior del Estuario del Guadalquivir donde se producirían”, señala el informe, que se refiere, en concreto, a que el agua comprendida entre la presa de Alcalá del Río (Sevilla) y el tapón salino cercano a la desembocadura va acumulando metales, que precipitan en el fondo, con muy escasa regeneración por su baja salida al mar.

Ambas minas trasladarán con tuberías -en el caso de Aznalcóllar de 30 kilómetros- estos líquidos para verterlos a la altura de Sevilla capital y La Algaba.

Según un estudio publicado en la revista Science of Total Environment, “esta zona interior del estuario ya ha sido contaminada hasta niveles ecotóxicos, posiblemente por el vertido de la mina Cobre Las Cruces, que comenzó en 2009”, ha dicho a EFE Jesús Carrillo, catedrático de Ecología de la Universidad de Sevilla.

El estuario del Guadalquivir acaba en la presa de Alcalá del Río, un fondo de saco que frena las mareas y favorece la sedimentación ya a partir de Coria del Río, lo cual “promueve la retención de contaminantes relativamente biodisponibles y con efectos ecotóxicos”, según este investigador.

Esto se da cuando no hay grandes avenidas fluviales, “es decir, la mayor parte del año; unas condiciones cada vez más frecuentes debido a la disminución de lluvias por el cambio climático y a la sobreexplotación del agua con fines agrícolas en la Cuenca del Guadalquivir”, añade.

En dirección al Atlántico, parte de los contaminantes mineros fluyen aguas abajo a “muy baja velocidad de movimiento” por el tapón salino, zona de confluencia de agua dulce y salada que bloquea la salida hacia el océano. “Una situación que domina la mayor parte del año”, ha puntualizado.

Y ha advertido: “las minas, y la Junta asume esa tesis, dan por hecho que la contaminación minera se diluirá y precipitará, como si desapareciera mágicamente”.

La revisión bibliográfica de artículos científicos que han realizado estos investigadores muestra que “la realidad está muy lejos de lo previsto en las peticiones y autorizaciones de vertidos mineros”, pues “no comprenden el ecosistema del estuario, incluidas sus dinámicas físicas y biogeoquímicas”.

Aunque el agua industrial, tras depurarse en las minas, llegará con baja concentración de metales y metaloides, el volumen es tan grande que, por ejemplo Cobre las Cruces, supone cada año en el Guadalquivir 50 kilos de arsénico o casi 100 de cadmio.

Uno de los estudios más recientes se centró en la parte alta del estuario, la menos analizada, y donde verterán las tuberías de las dos minas. En 2014 los sedimentos entre la presa de Alcalá del Río y Sevilla, cuando el vertido de la mina Cobre Las Cruces ya llevaba operativo unos 5 años, mostraban “fuertes niveles de estrés biológico relacionado con metales y metaloides” como hierro, cobre y arsénico.

Estos expertos se han reunido con la Consejería de Sostenibilidad y Medio Ambiente y también con los arroceros y la cofradía de Pescadores de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz).

En el informe se recuerda que la mina Cobre Las Cruces prevé verter 2.340.000 m3/año de aguas con metales y metaloides. A este vertido se sumaría el de Aznalcóllar-Los Frailes que, según el proyecto de vertido de junio de 2023, sería de hasta 450 litros al segundo en la fase pre-operacional de vaciado del lago de corta.

Esto supone la emisión al estuario del Guadalquivir durante 18 meses de hasta 818 kilos de níquel, 397 de arsénico, 117 de plomo y selenio y 99 de cadmio, entre otros contaminantes.

Ya en la fase operacional de la mina, prevista durante 17 años, se verterían 4.000.000 m3/año y hasta 5.578 kilos de níquel, 2.700 de arsénico, 797 de plomo y 677 kilos de cadmio, entre otros contaminantes mineros, según el informe de estos expertos.

Por lo tanto, “en vista de las evidencias de contaminación presentes y en función del principio de precaución, base rectora de toda legislación ambiental, recomendamos no realizar nuevos vertidos mineros al estuario del Guadalquivir”, concluye el informe.

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