Una curiosidad que no todos conocen del
Archivo General de Indias es que, donde se ubica ahora el edificio, hubo una
fábrica de tapices enmarcada en el traslado de la corte de Felipe V a Sevilla entre 1729 y 1733, para el que trajeron la
Real Fábrica de Tapices (RFT), que conmemoraba la conquista de Túnez por Carlos V con una serie de tapices, dos de ellos fabricados en Sevilla.
Ahora, la RFT ha inaugurado la muestra “
Entre telares y documentos: 300 años de la Real Fábrica de Tapices” en el Archivo de Indias con
70 piezas procedentes de los
archivos de ambas instituciones. Uno de los
nexos entre ellas es el
uso de papel, tinta y colores para los
documentos al igual que para las
telas. Los tapices se dibujaban primero en cartón para posteriormente adaptar el resultado a tela.
La
exposición consta de cinco secciones y cuenta con
grandes tapices, alfombras y reposteros, además de
documentación antigua e instrumental histórico como telares pertenecientes a la antigua Real Fábrica de Santa Bárbara. El objetivo es reivindicar la labor de una institución tricentenaria que
continúa fabricando, reparando, conservando y manteniendo un importante archivo. Hasta
enseñan las técnicas ancestrales de fabricación de los textiles
para preservarlas.
La directora general del Archivo de Indias, Esther Cruces Blanco, ha señalado que “esta exposición permite
sumar esfuerzos de dos instituciones para
difundir el patrimonio histórico español” y que “en la era de la información líquida se ha de tener presente el
valor de lo escrito, de lo documentado”.
Un
tapiz se fabrica con el
telar de alto lizo y con la
canilla impregnan los
colores. Se tardaba
dos años en fabricar uno entre cuatro personas, que trabajaban hombro con hombro
ocho horas diarias. La Fábrica de Tapices es la única en el mundo en utilizar la
técnica del trapiel, que logra una
mezcla visual de los colores y da sensación de
tridimensionalidad.
Son muchos los
artistas que han colaborado y colaboran con la RFT, clásicos y contemporáneos, entre ellos
Francisco de Goya, Felipao, Manolo Valdés, Pérez Villalta, Alberto Corazón o Ágata Ruiz de la Prada. En la fábrica trasladan sus grandes ideas al tapiz.
Es interesante la sección de
pigmentos, que muestra la historia de España como la potencia que
dotó de color a Europa con los extraídos de la cochinilla americana (rojo carmín) y, especialmente, del palo de
Campeche (negro), procedentes de América y que
revolucionaron el mercado de los textiles en una época en la que nadie había logrado teñir telas de negro y en la que el color rojo se ceñía únicamente al carmesí producido en Venecia y Florencia, que quebraron después.
“La Fábrica no existiría si la
España musulmana no introduce el
ácido sulfúrico y el ácido nítrico, que sirven para estabilizar el oro y plata; el
azogue para tratar el mercurio; el
cinabrio…”, ha apuntado el director general de la Real Fábrica de Tapices, Alejandro Klecker de Elizalde, que
reivindica esos 700 años de historia hispano-musulmana de los que la fábrica es “un reflejo”.
Dentro de ese
pasado islámico se encuentra el
nudo español utilizado para fabricar alfombras, actual
patrimonio inmaterial español que en el siglo XIX fue desbancado por el nudo turco. Actualmente, la Real Fábrica
es la única manufactura en la que se trabaja el nudo español.
“España puede sentirse orgullosa de que
conserva sus archivos desde el siglo XVI y da gusto que colaboren dos instituciones tan importantes”, ha concluido Klecker de Elizalde, que también ha explicado que la
diferencia entre un buen tapiz y uno “normalito” radica en la
cantidad de hilos empleados por decímetro de urdimbre: en un
buen tapiz hay un aproximado de
70 hilos, con la excepción del que fabricaron para el
Palacio Imperial de Dresde, que llega a los 110; mientras que uno de
calidad media cuenta con entre
50 y 60 hilos. También ha destacado que entre los principios de la Fábrica se encuentra la
economía sostenible y circular, basadas en criterios de sostenibilidad y el reciclaje de los restos, con el objetivo de generar cero impacto ambiental.