El malabarista sevillano Michael Ferreri, Premio Nacional de Circo 2024, ha asegurado que trabajar en una compañía circense es “una de las mejores cosas que puede haber en el mundo”, a pesar de ser una actividad que requiere “mucho sacrificio y muchos meses sin ver a la familia”.
El pasado jueves se conoció que el malabarista, natural de Camas, había sido distinguido con el Premio Nacional de Circo 2024 "por su sobresaliente actividad”, que incluye la obtención de cuatro récords Guinness durante el año 2023”, mientras que su versatilidad y su capacidad para la innovación desde la excelencia técnica "le han permitido adaptarse a contextos circenses, tanto tradicionales como contemporáneos, cautivando audiencias con su originalidad y su audacia en las técnicas malabares”.
Un galardón que, como explica en una entrevista con EFE, es “un sueño hecho realidad”, y lo valora quien nació bajo una carpa porque es la cuarta generación por parte de padre (español) y la quinta por su madre (alemana) que vive por y para el circo.
Su historia es la de alguien que decidió que su vida y el circo estarían siempre unidos, y su recuerdo más importante tras este hito es para su padre: “Por desgracia ya no está con nosotros, pero si no hubiera sido por él no habría logrado todo lo que he logrado”, dice emocionado.
El circo sobre todas las cosas
Nacido el 3 de julio de 1996, Michael Ferreri ha crecido en un circo, ha viajado por todo el mundo, y desde niño fue “conociendo todo, viendo cómo se ensayaban diferentes disciplinas, malabares, alambre bajo, equilibrio…”, hasta conocer cuál era la que más le llamaba la atención y le gustaba.
“Nuestros padres nos dieron la opción de tomar decisiones, de seguir en el mundo del circo o hacer una carrera completamente aparte”, explica cuando recuerda cómo terminó viviendo de sus malabares, aunque señala que la decisión era casi fácil “siendo tantas generaciones y naciendo y creciendo en el mundo del circo”.
Su padre, Miguel Jiménez Santos, conocido artísticamente como Miguel Ferreri, era un referente mundial del alambre, y en 2008 habló con el propietario del circo Merano de Noruega para que su hijo hiciese algunos malabares ante el público. “Le gustó mucho como estaba en pista, como transmitía, y los trucos que hacía, y nos ofreció un contrato para volver en 2010 con mi número de malabares y mi padre en el alambre”.
Desde ese momento, ya no se trataba de ensayos o de un hobby sino “de un trabajo en el que hay que tener ganas e ilusión para seguir adelante”, un trabajo que le emociona “a diario”, sobre todo cuando percibe cómo reacciona la gente al ver sus números imposibles, tanto en sesiones en el circo con el que está de gira ahora en Finlandia como en los más de diez festivales de circo en los que ha participado, siempre “premiado con un tercer, segundo o primer premio”.
En el Festival de Circo de Montecarlo consiguió el óscar del sector, el Payaso de Bronce, pero el Premio Nacional del Circo, explica, “te reconoce una trayectoria, el esfuerzo por representar a España en todo el mundo, e intentar dejarla siempre en el mejor lugar”, y todo ello con solo 28 años.
La mejor vida que puede haber
Michael reflexiona sobre su vida en el circo, “la mejor que puede haber”, aunque “con algunas complicaciones”, y entre ellas subraya el largo tiempo que se pasa separado de los seres queridos. Sin ir más lejos, lleva desde abril de gira por Finlandia, mientras su familia, además de en Camas, está en otros puntos del mundo, y su propia pareja está de gira en España con el circo de su familia.
Sin embargo, “la cultura une a la gente, y es una labor muy bonita presentar una actuación y ver la sonrisa que se puede transmitir”, a lo que añade que se viaja por el mundo, “se conocen diferentes culturas, se aprenden idiomas”, y son muchas cosas “las que hay que valorar”. El circo, entre otras ventajas, le ha servido para aprender alemán, español, italiano e inglés, y defenderse en francés.
Antes de despedirse, agradece el premio nacional “a todas las personas involucradas, por tener un reconocimiento tan grande a nivel global”. Y recuerda, de nuevo, a su padre porque conseguir este galardón es una “meta cumplida”, mientras se prepara para mostrar al público finlandés cómo es el arte de este sevillano que ha conquistado a medio mundo sin haber llegado todavía a cumplir 30 años.