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Un coro cambia la vida de un centro de menores

Veintidós menores de 8 a 15 años de la residencia infantil Vallehermoso y una administrativa, músico de vocación, son los chicos del coro de Madrid y, como para los niños de la coproducción francosuiza Les choristes, la música ha cambiado sus vidas castigadas por una situación familiar complicada.

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  • Los jóvenes de entre 8 a 15 años son conocidos como los chicos del coro de Madrid
Veintidós menores de 8 a 15 años de la residencia infantil Vallehermoso y una administrativa, músico de vocación, son los chicos del coro de Madrid y, como para los niños de la coproducción francosuiza Les choristes, la música ha cambiado sus vidas castigadas por una situación familiar complicada. 

En la pequeña sala de ensayos de la primera coral infantil federada de Madrid, chicos y chicas de diversas nacionalidades rodean a su maestra de canto, Esperanza Martínez, que con un órgano y una libreta da las primeras referencias de la clase del día. 


Estos niños, que atraviesan una situación familiar complicada y necesitan del amparo de la Comunidad de Madrid, viven temporalmente en la residencia Vallehermoso, situada en el distrito madrileño de Chamberí. 

En 2006, la dirección del centro decidió crear un grupo de canto para participar en un concurso de villancicos. 

Después de ganar el segundo premio del certamen y comprobar los beneficios que tenía la música en los niños, se decidió incorporar el coro a las actividades semanales del centro, explicó a la agencia de noticias Efe su directora, la religiosa Pilar. 

La maestra de la orquesta infantil, como el protagonista de Los chicos del coro, Clément Mathieu (Gérard Jugnot), que también enseña a pequeños de un centro de menores, reconoció que en un principio no era muy partidaria de trabajar con niños. 

Después de tres años de trato con ellos está encantada, se ha implicado en sus vidas y en su formación.
“He crecido como música, directora y educadora”, dijo Esperanza Martínez . 

Los niños interpretan canciones populares y multiculturales, curiosamente las que más les gustan a ellos.

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