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Sevilla

Condenan a una aseguradora por la atención a un paciente que falleció

Un juzgado de Sevilla ha condenado a la compañía de seguros Adeslas a pagar una indemnización de 200.000 euros a la familia de un parapléjico de 64 años que murió por un diagnóstico tardío de una gangrena de Fournier

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Un juzgado de Sevilla ha condenado a la compañía de seguros Adeslas a pagar una indemnización de 200.000 euros a la familia de un parapléjico de 64 años que murió por un diagnóstico tardío de una gangrena de Fournier.

La sentencia, a la que ha tenido acceso Efe, considera que en el hospital privado que lo atendieron "no se pusieron a disposición del paciente los medios adecuados en atención a las circunstancias concurrentes", y añade que los médicos tuvieron una actuación "incorrecta".

La indemnización al paciente, afiliado del Instituto Social de las Fuerzas Armadas, era de 124.028 euros de principal, aunque con los intereses y costas asciende a 200.000, según la asociación El Defensor del Paciente, que ha llevado el caso.

En el fallo judicial también reprocha una mala praxis de los médicos, que realizaron "un diagnóstico tardío cuando ya el tratamiento era infructuoso, lo que evidencia la relación causa efecto entre el retraso del diagnóstico y el fallecimiento del paciente", que ocurrió el 25 de octubre de 2007.

La sentencia, que es recurrible ante la Audiencia de Sevilla, considera que la compañía aseguradora debe pagar la indemnización por los daños y perjuicios causados debido a que asume la responsabilidad "por la deficiente prestación de un servicio al que está obligada la entidad".

Los hechos se remontan al 14 de octubre de 2007, cuando el hombre acudió con fiebre a un hospital de Sevilla y con un testículo inflamado, y pese a que en los días sucesivos tenía un edema testicular y la analítica evidenciaba signos de infección, el joven internista que lo atendió creyó que se trataba de una hernia inguino escrotal.

El internista, que lo atendió un mes antes de la infección y pese a la insistencia de la familia, se negó a llamar a un urólogo, y cuando el paciente empeoró, el día 19 de octubre llamó al cirujano, que desde un principio descartó la hernia y determinó que padecía gangrena de Fournier, un proceso infeccioso de rápida progresión.

Sin embargo, hasta el 22 de octubre no le hicieron un desbridamiento quirúrgico obligado, dado que el día 19 se limitaron a drenarlo y le limpiaron con agua oxigenada y Betadine, tratamiento inútil contra una gangrena necrotizante.

En la sentencia, el juez señala que, usando simplemente las "normas de lógica y sentido común", le "llama la atención" que no se le hicieran cultivos ni se llamara al urólogo.

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