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Martes 14/05/2024  

Sevilla

El cante de Morente, a escena en los retratos de Montaño

El Cicus acoge hasta el 3 de octubre la exposición fotográfica ‘Enrique, donde mana la fuente’

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  • Manuel Montaño y un retrato -

El fotógrafo Manuel Montaño siguió al cantaor Enrique Morente durante veinte años y desde hoy expone en Sevilla algunos de los retratos que le hizo, pero antes llegó a dos conclusiones, que el cantaor "era mejor persona que artista" y que "como San Juan de la Cruz veía lo que los demás no ven".

La comparación con el místico obedece a que se le adeuda el título de la exposición fotográfica inaugurada hoy, "Enrique, donde mana la fuente", una selección de veinticinco retratos, tres de ellos, en los que está cantando, reproducidos en un gran formato de 2 por 1,20 metros, todos en color.

Curiosamente, Morente no vio ninguna de estas fotos o, sólo una, como ha recordado Montaño (Madrid, 1967) con humor, un retrato en el que está con la boca abierta de par en par, cantando, con carácter, casi con furia, entregado, de modo que, al decir del fotógrafo, el cantaor, nada más verla exclamó que le había recordado a Saturno devorando a sus hijos, al de Goya.

Y llegados a esta comparación, Montaño cierra el círculo con un retrato de Morente de un primer plano de su rostro, de frente -y, como dirían los flamencos, por derecho-, con un contraste de luces, sombras y contraluces, con una pelambrera desatada que evoca los retratos, los autorretratos, de Francisco de Goya y Lucientes.

Tampoco vio Morente las fotos de Montaño porque, según el fotógrafo, "no surgió el momento" o porque Morente, pese a ser artista, encarnaba todo lo contrario del egocentrismo: "Alguien egocéntrico es un anti-Morente", ha asegurado.

El fotógrafo ha considerado que "el arte tiene que ser verdad" y que Morente destacó por su generosidad, humildad, entrega y responsabilidad, tal vez por eso la foto que a él más le gusta es una "en la que está mirando a la cámara con una sonrisa de pícaro y de buena gente... A Morente, si no hubiera sido cantaor, también hubiera merecido la pena conocerlo".

"Si no hubiera sido cantaor hubiera sido campanero de un pueblo, y si hubiera estudiado más habría terminado trabajando en la Nasa o en el acelerador de partículas", ha señalado Montaño, quien durante estos dos decenios trabó amistad con el cantaor.

Montaño ha fotografiado a otros muchos flamencos desde que, con la muerte de Camarón, decidió "hacer inmersión" en el flamenco, pero a ningún otro ha seguido con la intensidad y dedicación que a Morente, por una sencilla razón, hubiera sido materialmente imposible.

En la sala del Centro de Iniciativas Culturales (Cicus) de la Universidad de Sevilla donde se muestra "Enrique, donde la mana la fuente", programada con motivo de la Bienal de Flamenco de Sevilla, junto a los veinticinco retratos, se proyectan dos vídeos con una selección de la obra de Montaño de otro centenar de imágenes sobre el cantaor, sobre Granada, con familiares y amigos, como el poeta Ángel González, o la cantaora Carmen Linares, madrina de su hija Soleá.

Montaño ha asegurado que aún no es conocido el legado de Morente, aunque ya muchos cantaores "han recogido su testigo y están en búsqueda", en alusión al concienzudo estudio que el cantaor hizo de los cantes clásicos para reinterpretarlos, algo que, en principio le costó el distanciamiento de algunos aficionados que, finalmente, terminaron entregados a su voz, como les sucedió con muchos de la ciudad de Sevilla.

Con motivo de esta exposición, el escritor granadino Enrique Pérez Zúñiga ha escrito: "Las fotografías de Montaño lo retratan en ese momento en el que el cante se transforma en puño que se aprieta, o el palma abierta sobre el pecho. En ellas se puede ver al maestro reconcentrado, como en plena caza de la voz que está naciendo del lugar interno, donde mana la fuente".

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