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Acerca de los ?foodies?

Una nueva ?clase? de amantes de las mejores propuestas culinarias del mundo

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Surge un nuevo vocablo, anglicismo, para no perder la costumbre, que entra con fuerza dentro de la incipiente y esnobista nomenclatura gastronómica. Me asombro cuando leyendo sobre asuntos que atañen a la buena mesa se encuentra esta palabra que viene a denominar a aquellas personas amantes a la buena comida y los tragos, haciendo referencia a la clase particular de quien busca con ahínco y placer disfrutar de los mejores restaurantes y culturas culinarias. No pierden la oportunidad de viajar a los mejores establecimientos del mundo para probar sus delicias y vanguardistas propuestas. He aquí donde me surgen serias dudas, ya que si es así, yo me considero un ‘foodie’. ¿A quién no le gusta comer bien y sentarse en buenos restaurantes? Pero resulta que no, que más bien se trata de un círculo cerrado en el que por razones económicas obvias, solo pueden acceder los que disponen de los medios necesarios para viajar y costearse las fastuosas comidas. Si buscáis por internet, os daréis cuenta que estos autoproclamados artistas del paladar se permiten hacer un ranking de ciudades donde mejor se come. Claro, atendiendo siempre a la calidad de los restaurantes más caros. De inicio, os puedo decir que tiran para casa de una manera descarada. Supongo que realmente en ciudades como Nueva York, por su diversidad cultural; Barcelona, por su incipiente cocina catalana que parece hacer estragos en la cocina más moderna; Lyon, por ser cuna de la cocina francesa y de los mejores vinos; Bruselas, una de las ciudades con mayor movimiento y vida cultural; Las Vegas, por ser capital de todo lo hortero y dispone de una gran oferta en restaurantes temáticos; Roma, por sus magníficas pizzas; y otras ciudades como Hanoi, dichoso el que llegue a conocerla algún día, Tokio, Vancouver, San Francisco, etc, puedan ser destinos de alta cocina. Pero es obvio que muchos de estos ‘foodies’ ignoran lugares donde la gastronomía ocupa un importante espacio de la cultura y tradición propias, ajenos a que incluso son fundamento de la mayoría de las cocinas mundiales. Habría que atenerse a los requerimientos históricos para darse cuenta de ello. Y como que me da la impresión que lo que interesa es más bien tirarse el ‘moco’ de que se es capaz de disfrutar de los restaurantes más caros y vanguardistas, con la clara intención de ponernos los dientes largos a los ‘foodies’ más humildes. A estos señores habría que recordarles lo bien que se come en un Bajo Guía, o en un asador cántabro, o en una sidrería asturiana, o en un bar de tapas del barrio Santa Cruz. Pero quizás sea demasiado populista para tan ilustrados paladares. La semana que viene más…

La receta 
Una vez que hemos bajado de la alta cocina mundial a la que solo unos pocos pueden acceder, vamos a proponer una sencilla, humilde y deliciosa receta, porque nosotros si nos esforzamos, también podemos y sabemos comer bien. Se trata de Presa ibérica con queso de cabra acompañada de una vinagreta de mostaza y pistachos. De una parte elaboramos la vinagreta triturando pistachos a los que añadimos después un poco de aceite de oliva. 

Añadimos una cucharada de mostaza de Dijon antigua, esa a la que se le ven los granos, unas gotas de zumo de limón, unos dados de manzana golden, ligamos con una varilla y reservamos. Debe quedar espesita. Luego limpiamos la presa ibérica y la cortamos a lo largo en tiras gruesas de cuatro centímetros por cuatro. La idea es que vaya una tira por persona. Se asan en una sartén por todas las caras, de manera que no quede demasiado hecho por el centro, luego lo cortamos en trozos regulares para que queden cuadrados casi perfectos. En el plato colocamos unas rodajas finas de queso de rulo de cabra y encima de cada rodaja un trozo de la presa. Calentamos un poco en el horno y por último decoramos salseando con la vinagreta de mostaza, manzana y pistachos. Queda muy completo acompañado de uno de los grandes vinos rosados secos de Navarra. Disfrutadlo.

El vino de Jerez se promociona en la feria alimentaria de Japón 
Andalucía se promocionó ayer en el mercado japonés con productos tan típicos como el vino de Jerez, la manzanilla, el jamón ibérico o el aceite de oliva, en una feria agroalimentaria celebrada en el centro de Tokio. El evento de un solo día, organizado por la Agencia Andaluza de Promoción Exterior (Extenda) y el importador japonés de vinos Musashiya, contó con la participación de 31 importadores japoneses que promocionaron alimentos y bebidas de 47 empresas andaluzas. Estos productos, junto a otros menos conocidos como verduras deshidratadas, fueron los más repetidos en los expositores de la Feria.

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