El tiempo en: Sevilla

El Puerto

Palacio Purullena

Esaú Fernández Escámez, vicesecretario de Cultura, Deportes y Acción Política NNGG El Puerto.

Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai

La Casa-Palacio de los Marqueses de Villareal y Purullena se encuentra situada en el Barrio Alto portuense, concretamente en la esquina entre las calles Federico Rubio y Cruces. Se trata de un imponente edificio, máximo representante de la arquitectura palaciega portuense del dieciochesco. Dicho edificio es un reclamo muy apetitoso debido a la mezcla que posee entre su pasado más remoto y las leyendas populares que se han ido fraguando hasta nuestros días; entre ellas, la leyenda que habla sobre las apariciones del fantasma de Juana Ortuño Ramírez, hija del marqués de Purullena.

Actualmente, es la sede de la Fundación Luis Goytisolo, familia a la que pertenece el edificio. Esta obra arquitectónica se encuentra situada en pleno Centro Histórico portuense, lugar donde se focalizaba en su día toda la actividad comercial y administrativa de la ciudad.

Este suntuoso edificio se encuadra dentro de toda la arquitectura palaciega que se desarrolló durante los siglos XVII y XVIII en nuestra localidad, urbe estrechamente vinculada a la riqueza que generaba el comercio indiano con América. Se trata pues del tipo de edificio financiado por los grandes comerciantes y mercaderes (Cargadores a Indias) relacionados con el comercio americano, que llevaron a cabo la construcción de numerosas casas-palacio a lo largo de todo este núcleo comercial, casas-palacio cuya finalidad era doble, pues ejercían simultáneamente por un lado las funciones de vivienda familiar, así como se asentaban en ellas las distintas oficinas y almacenes relacionados con el negocio familiar.


Respecto a su edificación, hay que destacar que fue mandado a construir por iniciativa de don Agustín Ortuño Ramírez, Marqués de Purullena, hombre de negocios que llegó a El Puerto procedente de Nápoles hacia el año 1730. Su incesante actividad comercial con el comercio ultramarino en El Puerto le procuró una importante situación financiera que le permitió iniciar la construcción de dicho palacio en el año 1742, aprovechando un edificio existente del siglo XVII.

Ésta es quizás una de las razones por las que su distribución interior varía respecto a las demás casas-palacio construidas por la misma época en la localidad portuense.

En cuanto al aspecto arquitectónico del mismo, se ha de resaltar que nos encontramos ante un edificio de carácter monumental, el cual se organiza en torno a dos grandes espacios bien diferenciados; por un lado, el espacio interior que incluiría las dependencias de la fachada principal (el patio, la escalera y los salones); y por otro, el espacio posterior ocupado por el jardín, las galerías y las dependencias.

Es digna de destacar la portada principal del edificio, con jambas y dintel de mármol, sobre la que se conserva el escudo de la familia, con las armas del marqués. En el piso inferior, un zaguán nos adentra hacia un patio de planta cuadrada compuesto por cuatro pares de arcos de medio punto apoyados sobre columnas de mármol, lo que confiere al conjunto un aspecto clásico y suntuoso. Dicho patio nos conduce a través de una amplia y lujosa escalera a la planta principal.

Así mismo, el acceso a dicha planta principal se hace a través de una gran escalera, de tipo imperial, cubierta mediante una cúpula sobre pechinas que prácticamente ha desaparecido en su totalidad a día de hoy.

En cuanto al jardín, se encuentra flanqueado por ambos extremos por las distintas dependencias rectangulares. La planta principal estaría destinada a las funciones de vivienda de los señores, albergando los dormitorios y distintas dependencias señoriales.

Por otro lado, la segunda planta servía como vivienda para los sirvientes y empleados. Así mismo, alrededor del patio se disponían los grandes salones, destacando el Salón del Baile, el Salón de las Batallas o el Salón de los Retratos, los cuales tuvieron que ser reconstruidos en parte tras el estado de abandono que presentaban.

Dicho edificio ha sido protagonista de importantes eventos de la historia portuense, ya que sirvió como residencia de la reina Isabel II y su esposo Francisco de Asís, conocido popularmente como “Paquita”, en su visita a la ciudad en 1862; así como también funcionó como cuartel general durante la Guerra de la Independencia española, bajo el alto mando francés para llevar a cabo la planificación y organización del ejército.

En los años sesenta del siglo pasado, dicho inmueble sufría un abandono extremo, este hecho junto a los saqueos constantes de los que era víctima, lo llevaron a una degradación extrema, tanto es así, que en el año 1992 se tuvo que proceder a realizar obras de urgencia para consolidar la parte del edificio orientado a la calle Cruces.

Quizás el hecho que mayor popularidad le ha dado entre los ciudadanos portuenses concierne a la infinidad de leyendas que rodean al monumental edificio. De las muchas que circulan en el vocabulario cotidiano portuense, sería conveniente resaltar quizás la más popular de todas ellas, la leyenda que hace referencia a Juana Ortuño Ramírez, hija de Agustín Ortuño.

Según cuentan, Juana fue encerrada en una de las cámaras del palacio ante la indignación que provocó en el padre el romance de su hija con un esclavo africano proveniente del comercio paternal.

No obstante, dicha leyenda ha sido desmontada históricamente, pues una de las hipótesis que se manejan para explicar la elaboración de esta leyenda consiste en la idea de que en el barrio alto portuense se situaba antiguamente la zona que albergaba los prostíbulos de la ciudad, por lo que dicha leyenda pudo ser creada para disuadir por todos los medios las visitas nocturnas de los menores a dicha zona.

A pesar de ello, a día de hoy, son muchas las personas que siguen diciendo escuchar los gritos de Juana merodeando por las diferentes estancias del palacio.

En conclusión, una vez más queda demostrado el majestuoso patrimonio histórico que encierra El Puerto, patrimonio que rebosa a cada una de las esquinas, calles o edificios. Sin duda alguna, nos encontramos ante una de las más bellas casas-palacio portuenses, la cual encierra un áurea de historia remota que se mezcla con el misterio y la leyenda.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN