La total absolución (no hubo amaño, ni concierto previo, ni nada de nada) de los diez acusados, con Torrijos a la cabeza, en el caso de la supuesta venta irregular de los suelos de Mercasevilla deja en evidencia la instrucción realizada por la juez Alaya, cuyo prestigio queda malparado, y puede ser un anticipo de lo que podría ocurrir en otros casos que han pasado por sus manos como el de los ERE o el de Fitonovo. A ello hay que unir la cada vez más cuestionada tarea de la UCO, brazo investigador de la juez sevillana, en otros procesos.
La secretaria provincial del PSOE, Verónica Pérez, dice que la sentencia debería hacer reflexionar a todos los que han llevado a cabo un linchamiento público de determinadas personas sin respetar la presunción de inocencia. El problema es, como hemos denunciado desde el principio, que el linchamiento de los imputados/investigados se ha producido no sólo en esta rama del caso Mercasevilla, sino en cualquiera en que un partido político crea que puede desgastar a otro siempre que no se halle implicado ninguno de sus militantes.
Nadie va a reparar el daño provocado por estos ocho años de calvario judicial a Torrijos y al resto de absueltos en un caso pésimamente instruido y que vuelve a demostrar que una Justicia lenta no es Justicia y que sigue imperando una Justicia paralela y las penas previas del paseíllo ante los Juzgados y de las apariciones en los telediarios.