Por eso, echémosle un poco de fantasía a la cosa, e imagínense que a cualquiera de ustedes que les gusta acicalarse primorosamente e ir hecho un pincel, les regalan uno de esos trajes de buen paño y de los hechos a medida, que valen un pastón, y además lo hacen por que sí, no por ser usted quién es, presidente de tal o cual Comunidad Autónoma, sino porque es usted arrebatadoramente simpático, y por eso a quien le otorga “desinteresadamente” tales presentes, “usted lo quiere un huevo”.
Lo que imagino que usted no haría jamás, por mucho que le gusten las anchoas que con tanto patriotismo regala el señor Revilla, presidente de Cantabria, a derechas e izquierdas, es abrir una de esas latas y guardárselas en uno de los bolsillos de uno de esos impecables ternos con el que unos señores que hoy, casualmente están en chirona porque algunos malvados dicen que forman parte de una trama de corrupción, les han pagado, siempre, eso sin pretender nada a cambio.
Mírense ustedes, con esos impecables trajes y oliendo a engraulis encrasicholus, vamos a boquerones de pies a cabezas .La verdad, además de no quedar nada bien para un encuentro, una reunión o una recepción, irían dando el cante y delatándose que existe una conexión secreta entre el vestir y el pescar.
Pero coloquémonos en otro supuesto por unos instantes, tal como si estuviéramos soñando despiertos, y figúrese, a usted señora , con uno de esos bonitos bolsos de una prestigiosa marca y que valen un dineral ; pero que usted ha tenido la gran suerte que un día cualquiera, por arte de magia, apareciera en su despacho oficial o en su casa; y van unos desalmados y se lo llenan por aquello de la hermandad de los territorios de esta España nuestra, de uno de esos continentes metálicos de pescado curado en salmuera y preparado con especies. Estoy seguro, que entre la irritación y la histeria, le da usted una alferecía en un santiamén.
Y puestos a idear, veamos un tercer ejemplo, el receptor de una de esas maravillosas prendas, confeccionadas expresamente para una buena percha como la suya, se nos muestra ataviado con ese complemento de piel para llevar sus objetos de uso personal. Seguro, que muchos machistas le cambiarían automáticamente el número de la matrícula, y debería explicar que usted no tiene problemas de la definición de su masculinidad.
Podríamos seguir jugando a combinar bolsos, trajes y anchoas, pero no es mi intención ni lo pretendo, lo que sí resulta incomprensible que los dirigentes del PP, continúen erre que erre, persistiendo en culpar de sus propios problemas a todos los políticos, a los jueces, a la policía, a. los medios de comunicación y al lucero del alba, y mientras Rajoy sin un momento de respiro, entre traidores y salvadores, malestares y suspicacias, entre los Barcenas , Camps y compañía, dice una cosa con sus palabras y expresa otra con su lenguaje corporal.
Mezclar churras y merinas, bolsos, anchoas y trajes, meter en el mismo saco cortesías institucionales, regalos personales y obsequios que pretenden ser cobrados en formas de decisiones políticas, además de ser peligroso, resulta una maldad para ensuciarlo todo y seguir provocando el desapego de la ciudadanía hacía los políticos.
Está claro que ante las continuas y diarias novedades que nos está ofreciendo en este verano el caso Gürtel y pienso que sólo estamos ante la punta del iceberg, a los populares les está faltando, nunca mejor dicho correa. Cintura para aguantar las críticas, y firmeza para tomar decisiones y apartar de sus filas a quien ya no debería estar. Aunque algunos lo crean, el poder no corrompe necesariamente, pero no todos y todas saben resistir a sus insinuaciones, y las practicas corruptas nunca deben ser tan naturales y corrientes, que no nos repugnen y escandalicen.