El acusado de un delito de homicidio a una mujer en un piso usado como fumadero de droga en el barrio sevillano de Los Pajaritos ha declarado hoy que las lesiones causadas a la víctima con un cuchillo se produjeron durante un forcejeo iniciado porque ella le atacó a él.
Un jurado popular enjuicia a D.A.L. por el homicidio de M.L.R. el 3 de abril del 2017, por el que la fiscal le pide trece años, la acusación particular -que ejerce la madre de la víctima, a cargo de sus tres hijos menores- solicita 23 años por asesinato y la defensa cinco años por un homicidio con las eximentes de legítima defensa y actuar bajo los efectos de las drogas.
El acusado, de nacionalidad argentina y en prisión provisional, ha declarado que le llevó a ese piso a comprar droga una prostituta con la que había estado previamente consumiendo en la Avenida de Andalucía y que era una zona que "no conocía" y en la que "temía por su seguridad", si bien después de que dos veces anteriores fuera su acompañante quien subió a comprar, volvió solo la misma noche y allí conoció a la víctima, quedándose a consumir en el piso.
Según su versión, ella se le insinuó sexualmente y fue al negarse él a mantener relaciones sexuales cuando comenzó a "insultarme" y le golpeó primero con un "machete" en la espalda y mientras él intentaba marcharse, volvió a arremeter contra él con un cuchillo, momento en el que ambos forcejearon en el suelo y se lesionaron mutuamente hasta que logró quitárselo y salir estando la víctima viva y sin ser consciente de que sus lesiones podían ser mortales.
El acusado ha admitido ser consumidor de pasta de cocaína desde hace veinte años si bien sólo lo hace cuando tiene "mucho dinero" para poder gastarse "hasta 800 euros" en una noche.
La noche del 3 de abril salió con unos "400 euros" en el "taxi pirata" con el que se ganaba la vida y ha relatado un periplo con hasta nueve paradas para comprar y fumar en su punto habitual en el Polígono Norte, en la Avenida de Andalucía y el piso de Los Pajaritos, al que ha asegurado que no había ido nunca antes.
Acudió porque la prostituta con la que estuvo consumiendo en la Avenida de Andalucía le dijo que la droga allí era "mejor", si bien tras dejarla sobre las 5.30, volvió solo a comprar dos veces más y la última se quedó dentro a fumar.
Inicialmente además de la víctima había "tres o cuatro" personas más -el jefe de homicidios ha relatada que lo identificaron- y ha negado que discutiera con la víctima por querer empeñar su móvil para pagar la droga como declararon algunas de ellas en la Policía.
Alrededor de las 7.30 se quedó sólo con la víctima y fue entonces cuando ella se le insinuó y tras su negativa se inició una discusión en la que ella le agredió primero con un machete -que el jefe de homicidios ha negado que se encontrara en el piso-.
La empujó y mientras intentaba acercarse a la puerta para irse volvió a abalanzarse contra él "ya con un cuchillo", iniciándose un forcejeo con ambos en el suelo porque estaba "resbaladizo" en el que ha dicho que "parece que sí, le di algunas puñaladas" pero "no sé cuántas hubo, mi intención en todo momento era poder zafarme, sé que por unos minutos perdí el control, la coherencia, estaba aturdido".
En el forcejeo le dobló la mano para volver el cuchillo hacia ella hasta que se hizo con él, lo tiró hacia atrás y logró salir del piso "aturdido y mareado".
Asegura que al irse M.L.R. estaba viva pues "seguía insultándome y gritando" y "no era consciente" de que sus lesiones fueran mortales y "jamás" tuvo intención de matarla.
Una agente de la Policía Científica que inspeccionó el piso ha declarado que presentaba "el desorden habitual en este tipo de casas" pero "evidencias de haber habido una pelea no había".
También ha declarado el dueño del piso, que asegura que se lo alquiló a la víctima cuando salió de la cárcel aunque sólo les pagó "uno o dos meses" porque "luego empezó a dar el bajón" y "rebuscaba en la basura".
En contra de lo que sostiene la familia, ha afirmado que M.L.R. vivía allí y ha negado que se dedicara a la prostitución ni a vender droga, justificando que el piso tuviera una doble puerta -habitual en los puntos de venta de droga- porque "una vez se nos metieron dentro".
Fue el primero en llegar al piso alertado por su suegra de que había pasado algo en él y también la encontró aún con vida pero "no podía hablar".EFE