Padres de víctimas de siniestros de tráfico piden penas más duras

Publicado: 23/02/2019
Esta semana el Parlamento ha aprobado definitivamente una de las últimas medidas en materia de seguridad vial de esta legislatura
Esta semana el Parlamento ha aprobado definitivamente una de las últimas medidas en materia de seguridad vial de esta legislatura, que consiste en la reforma del Código Penal para endurecer las penas por imprudencias al volante al incluir como agravantes el exceso de velocidad y el consumo de drogas o alcohol, y sancionar el abandono del lugar del accidente.

Padres de víctimas de siniestros en carretera han relatado a Europa Press su historia y han compartido sus reivindicaciones. Es el caso de María José, que perdió a su hijo tras ser arrollado.

Iván murió atropellado con 15 años mientras esperaba al autobús por un coche que circulaba a 135 kilómetros por hora en el Paseo de la Castellana de Madrid.

El conductor multiplicaba por siete el nivel de alcohol permitido y dio positivo en drogas. No era la primera vez que el autor del atropello cometía un delito, en el momento que se cruzó con Iván contaba con 45 condenas por delitos viales, robo con violencia y estafa. La historia de María José es la historia de una madre que "murió" el día que atropellaron a su hijo.

"Detrás de cada una de las víctimas hay familias rotas, amigos, mucha gente a la que le cambia la vida y que tiene que convivir con un dolor insoportable", explica María José para expresar su rechazo a que las condenas solo puedan superar los cuatro años cuando han fallecido dos personas o más, según contempla el artículo 142 del Código Penal.

IVÁN NO COMETIÓ NINGUNA IMPRUDENCIA

Iván no estaba mal colocado ni invadiendo la calzada la tarde del 9 de diciembre de 2016. Estaba con su padre y se movió para ver cuánto tiempo le quedaba al autobús. El atropello le causó lesiones incompatibles con la vida y murió a los diez días.

"La tarde que atropellan a mi hijo yo me muero, no soy la misma que era", explica emocionada María José, una madre que no conocía el odio hasta que "ese hombre asesinó a Iván".

María José es médico. Cada día sale del trabajo y se va a casa porque es el lugar en el que más "conecta" con Iván. En ella, las estanterías están llenas de fotos del menor y su cuarto, a pesar de haberse mudado después del siniestro, está tal y como él lo dejó. La madre mantiene todas sus camisetas del Atlético de Madrid y las sábanas que vestían la cama cuando sucedió.

Además, semanalmente asiste a grupos de apoyo. Reconoce que es lo único que le gusta hacer porque se siente comprendida hablando con personas con circunstancias similares a la suya.

El hecho de que la muerte de Iván fuera violenta y repentina hace que el duelo sea "muy complicado", según María José. "Hay días en los que el dolor es insoportable", expresa la madre que solo encuentra la fuerza para continuar luchando en el pensamiento de que su hijo "nunca habría tirado la toalla" ni le permitiría a ella que lo hiciese.

Ahora, esta madre lleva en el cuello un colgante con una mariposa al que se aferra convencida de que su hijo tiene ahora otra forma pero que sigue acompañándola.

FERNANDO PERDIÓ A SU HIJO EN LA CARRETERA

Fernando Muñoz recibió una llamada de la Guardia Civil el 5 de agosto de 2007 que le cambió la vida: "Su hijo ha tenido un accidente de coche y ha muerto". Estas fueron las palabras con las que supo que su hijo Germán, de 25 años, se había salido de la vía y había chocado contra un bloque de hormigón.

Germán se fue de viaje con su novia a las ocho de la mañana y la Guardia Civil se puso en contacto con su padre a la una del mediodía. Su mujer, que estaba a su lado, escuchó como Fernando decía '¿Cómo que ha muerto?' y ambos, según relata, quedaron destrozados.

"Que alguien te llame por teléfono y te cuente esto es peligroso porque puedes reaccionar de una forma muy salvaje. Podría haberme tirado por la ventana o haberme clavado un cuchillo", explica Fernando, que defiende que debería ser un psicólogo el que comunique de forma presencial los siniestros mortales a la familia.

SEGUIR ADELANTE DESPUÉS DE LA PÉRDIDA

Fernando, su mujer y su hija Blanca tenían una cosa clara desde el primer momento: "O nos moríamos con Germán o seguíamos adelante intentando hacer cosas". Este ha sido el pensamiento que ha acompañado a la familia convenciéndoles de que si son capaces de reír en algún momento pueden seguir "tirando del carro".

A raíz de la pérdida de su hijo, Fernando decidió que su muerte no podía ser en vano y se unió a 'Stop Accidentes' para concienciar con su testimonio sobre los peligros de la carretera. "No puedo recuperar a mi hijo pero puedo hacer que haya menos muertes y menos familias que pasen por lo mismo que nosotros", refuerza el ahora vicepresidente de esta asociación.

Este padre tiene una cosa clara y es que "los siniestros no son accidentes porque pueden evitarse". No sabe qué sucedió, no sabe si su hijo se quedó dormido o perdió el control del coche pero está seguro de que todos los siniestros se producen por una infracción del conductor, de otro vehículo o por el mal estado de la carretera y todos estos acontecimientos tienen una solución.

Hace doce años de aquella llamada pero Fernando y su familia siguen teniendo presente cada día a su hijo. Todavía hay momentos en los que este padre se emociona contando su historia en las clases de recuperación de puntos que imparte semanalmente o en los colegios a los que va a dar charlas de seguridad vial. Pero sigue sin olvidar que el motor que le impulsa es hacer que la muerte de Germán ayude a reducir las cifras de víctimas de tráfico que considera una "pandemia". "No dejarán de crecer hasta que deje de haber muertes en carretera y nos vayamos muriendo de viejos los que ya estamos en este saco", concluye.

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