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Los niños salvan a la trucha

La Junta impulsa este plan de reintroducción de la especia autóctona en la Sierra Norte

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  • Traslado de los alevines -
La Rivera del Huéznar fue el escenario donde un grupo de escolares, que forman parte de los Espacios Naturales de la Sierra Norte de Sevilla y la de Castril en Granada, se pusieron manos a la obra para participar en el programa de reinserción de la trucha común. Por segundo año consecutivo se ha acercado esta experiencia a los más pequeños, que enseguida se mostraron participativos en el proyecto. Desde 2008 se ha logrado liberar aproximadamente a unos veinticinco mil ejemplares.

Como novedad este año, se ha decidido no soltar huevos porque otros animales los devoraban de manera que no conseguían sobrevivir en el río.El entorno era el perfecto para educar a los pequeños en la importancia de conservar la naturaleza y por las caras de entusiasmo se puede comprobar que el objetivo se cumplió: “Los niños han seguido todo el proceso desde la crianza de las huevas hasta la suelta en el río”, aseguró Borja Nebot, responsable del programa de reinserción de la trucha de la consejería de Medio Ambiente.La repoblación de la especie autóctona es un ejercicio para mantener la biodiversidad en la Sierra Norte de Sevilla.


Un total de quinientos ejemplares de la zona que, aunque puede parecer paradójico, son las menos comunes porque “están en peligro de extinción”, como sostiene Nebot.El proceso es complejo y se debe realizar entre los meses noviembre y marzo, las fechas propicias para la reproducción de la especie. Se capturan ejemplares adultos mediante la pesca eléctrica y se procede a la extracción de los huevos a los peces adultos. Es entonces cuando se realiza el traslado a la piscifactoría, donde se simula un clima similar al hábitat real de la especie.

Los pequeños han ido realizando excursiones en las que se les ha ido explicando el proceso de reintroducción de los alevines.La elección del Vado de El Acebuche, que se encuentra a medio camino entre Cazalla y San Nicolás del Puerto, no ha sido al azar. Históricamente fue un lugar donde ha habido siempre bancos de truchas. Se requería que la zona mantuviese una temperatura que tuviera 12 grados de media, para que los ejemplares se encontraran en una situación óptima y sobrevivan al entorno.

Elegir la especie adecuada
La variedad seleccionada también pasó los controles de calidad para garantizar el éxito de esta iniciativa. Ana Díaz, voluntaria del Parque, asegura que se hicieron estudios genéticos donde se demostró que las truchas de Castril guardan similitud biológica con las noruegas, “que son las más fuertes”. Los ochenta niños aguardaban con impaciencia la llegada de los alevines, aunque primero hubo que optimizar la suelta para que todo el trabajo anterior no cayera en saco roto. Para ello, los voluntarios de Medio Ambiente se encargaron de medir la temperatura de la Rivera del Huéznar para igualarla con la del Castril, subiendo la temperatura lentamente en la caja donde se transportaron las crías para que no sufrieran el cambio. Tras acabar esta tarea, las truchas estaban preparadas para su puesta en libertad.

Los pequeños seguían con entusiasmo el proceso y se agolpaban buscando el mejor sitio . Sus rostros denotaban alegría, aunque algunos se quejaron porque apenas las podían visualizar, “son muy pequeñas”, decía uno de los niños . No le faltaba razón, porque apenas alcanzan los 2 centímetros. El resto de los niños, testigos del emotivo momento, se despedían de los pequeños del río.

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