La crecida del río Guadalete la noche del lunes y durante toda la mañana de ayer hasta trece centímetros pasando de una cota de 5,58 a 5,71 metros no ha impedido que el Jerez Rural haya empezado a respirar algo más aliviado. Tal y como precisó la Junta, esta subida del río que mantuvo alerta a las administraciones de nuevo se debió principalmente a las lluvias caídas en la cuenca no regulada por el embalse. Por ello, hasta el cierre de este número, los técnicos se mantenían en “alerta y en turnos de 24 horas”, tras haber alcanzado el río un nivel del 93 por ciento en el medidor situado aguas arriba de El Portal, que permaneció “estabilizado” desde las cinco de la tarde.
De nuevo, desde la Junta resaltaron la “intensidad” de las lluvias de ayer, registrándose actualmente 107 litros por metro cuadrado en Grazalema. A esto hay que añadir que están entrando 180 metros cúbicos por segundo en el pantano de Bornos, que suelta del orden de 100 metros cúbicos por segundo.
Pese al incremento de las lluvias -que hoy darán una tregua- en la zona de la cuenca no regulada por los embalses, los desembalses no han aumentado. Según las mismas fuentes, en el caso de Bornos, el embalse bajó el nivel de desembalse durante la tarde y, al 92,7 por ciento de su capacidad, tiene “resguardo suficiente”, si bien los técnicos se mantienen “pendientes de su evolución” debido a las intensa precipitaciones registradas en Grazalema.
El Ayuntamiento, por su parte, mantiene activado el Plan de Emergencia Municipal en su nivel 1 en una nueva jornada en la que el delegado de Seguridad, y coordinador del Plan de Emergencia Municipal, Javier Durá, supervisó primera hora la zona rural. Aunque no hay previsión de que la situación empeore, al igual que ha ocurrido en estos últimos días desde que el Consistorio activó el Plan de Emergencia, las zonas más sensibles se localizan en los núcleos rurales de La Ina, Las Greduelas y Las Pachecas.
Las familias desalojadas ya piensan en la vuelta a casa
Las cinco familias de Las Pachecas y La Corta desalojadas esperan volver a sus casas a finales de semana. En el caso de Las Pachecas, hay dos matrimonios y sus hijos haciendo vida en el centro cívico de la barriada, adonde ya tuvieron que trasladarse hace dos años. María Romo, una de las afectadas, respira aliviada pese al inconveniente de dejar su casa porque, como señala, “apenas ha entrado agua” y la situación “no tiene nada que ver” con los daños materiales que sufrieron en las arriadas de hace dos años. Ya está “acostumbrada”, pero otros vecinos como un joven gallego que vive en La Corta no pueden decir lo mismo. En este caso, el miedo “a lo desconocido” según Saldaña, le hizo abandonar su casa y, de momento, duerme en un hostal del centro.