Falta de techos bajo los que dormir y de escuelas adonde mandar a los niños, incertidumbre y escasa ayuda son el día a día de miles de desplazados en Afganistán que en las últimas semanas abandonaron a la carrera sus pocas pertenencias ante los combates por la campaña de primavera de los talibanes.
La ofensiva talibana comenzó el 24 de abril y ha causado nuevas olas de desplazados en Afganistán forzando a miles de campesinos a abandonar sus casas y cultivos y a refugiarse en zonas urbanas, donde no tienen acceso a la educación y solo reciben un poco de ayuda del gobierno y de ONG.
En la primavera se recrudecen tradicionalmente los combates en Afganistán y todos los años los insurgentes anuncian el inicio de una ofensiva por estas fechas que este año han denominado "Azm" (resolución) afirmando que se centraría en organismos y personal público e intereses extranjeros.
La provincia nororiental de Kunduz ha sido la más castigada por la situación. Alrededor de 100.000 desplazados se han registrado en el último mes debido a los combates entre los talibanes y el Ejército afgano, indicó a Efe el portavoz del Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR), Nadir Farhad.
La mayor parte de los desplazados que se han refugiado en Kunduz, capital homónima de la provincia, provienen de cuatro distritos: Aliabad, Imam Sahib, Chahar Darah y Gultepa.
"Dejamos todo detrás en nuestros pueblos, solo nos llevamos la ropa puesta y a nuestros hijos, no pudimos sacar ni una manta", indicó a Efe Abdul Manaf Sahar, un granjero de Imam Sahib.
Sahar y los nueve miembros de su familia viven ahora en una tienda de campaña prestada por unos familiares bajo un tórrido sol.
"No puedo pagar la renta de una habituación para mis hijos", indicó Sahar, al mencionar a los cuatro hijos, estudiantes de secundaria, que pasan ahora sus días sin poder continuar con los estudios.
"Estoy preocupado porque si los combates continúan mis hijos habrán perdido todo el año", indicó.
Todas las escuelas situadas en zonas de conflicto han sido cerradas debido a que la seguridad de los estudiantes es la máxima prioridad del Gobierno, indicó a Efe el portavoz del Ministerio de de Educación del país, Kabir Haqmal.
Pero el conflicto no sólo afecta a los niños y su educación sino que amenaza el sustento básico de miles de campesinos que han debido huir a apenas semanas para la cosecha de productos como el trigo, el melón o la sandía.
"Perderemos nuestras cosechas de trigo y sandía y tendremos que pasar todo el próximo año sin pan ni el dinero que estábamos recibiendo de la venta de nuestros otros productos", indicó Moosa Khan, un granjero cuya casa fue también destruida en Aliabad y ahora vive de alquiler.
"Solo déjennos vivir, alimentar a nuestros hijos, lleven su asquerosa guerra a otra parte", dijo amargamente a Efe Khan al lamentar que haya tenido que recurrir a sus familiares en Kunduz para encontrar un lugar donde quedarse.
Reconoce que la ciudad está en calma, sin disparos ni explosiones, pero afirma que necesitan poder comer y dinero para los gastos.
"Me siento avergonzado porque durante el último mes mi familia ha sido alimentada por mis familiares, que son también pobres", dijo.
Wadoud Payman, miembro del parlamento de Kunduz, reconoció a Efe que algo de ayuda ha llegado de donaciones de ciudadanos a título particular y de organizaciones humanitarias, pero que esa asistencia ya se ha parado.
"Esta gente que espera desesperadamente por ayuda están viviendo en malas condiciones", agregó.
El director provincial de la oficina del Ministerio de Refugiados y Repatriación, Abdul Salam Hashimi, dijo que 18.000 familias se han registrado para recibir ayuda de ellos, pero solo 2.500 familias han sido asistidas.
Además, "cientos de familias han huido en diferentes direcciones", indicó, afirmando que a ellos no les llegará la asistencia del Gobierno ni de las organizaciones no gubernamentales.
De acuerdo con datos de ACNUR y del Ministerio para los Refugiados el conflicto militar y armado en Afganistán ha provocado el desplazamiento de 873.000 personas desde 2002.