El Gobierno chino defendió hoy que sus ciudadanos son cada vez más libres para expresar sus opiniones, sobre todo, en internet, mientras ha aumentado el número de detenciones a activistas y disidentes bajo acusaciones basadas en comentarios que éstos hicieron en redes sociales.
"El público puede expresar (y difundir) sus opiniones, críticas y sugerencias de manera libre", asegura el Ejecutivo en un nuevo Libro Blanco sobre Derechos Humanos publicado hoy y en el que recoge el progreso realizado por China en este campo en 2014.
Según el texto, un ciberespacio "limpio" se está convirtiendo en el lugar más importante para la sociedad para obtener información y "que sus voces sean escuchadas".
No obstante, esta situación choca con el mayor número de detenciones de activistas y disidentes registrado este año, según informan organizaciones como Chinese Human Rights Defenders (CHRD), bajo acusaciones basadas en comentarios que éstos realizaron en internet.
Uno de los ejemplos es el caso del abogado Pu Zhiqiang, que lleva más de un año en la cárcel sin pasar aún por juicio, y quien fue acusado de "incitación al odio étnico" y "provocación de disturbios" por la fiscalía china el pasado mayo.
En concreto, la fiscalía le inculpa de difundir "repetidamente" mensajes que, supuestamente, incitaron al odio y a la alteración del orden público, en referencia a unos comentarios que Pu publicó en Weibo -el Twitter chino- sobre las políticas del Gobierno en la conflictiva región occidental de Xinjiang.
En el Libro Blanco publicado hoy, Pekín también defiende que las minorías étnicas en China disfrutan de una completa libertad religiosa, en concreto, en referencia a las minorías tibetanas y uigures (que habitan en Xinjiang), donde los conflictos persisten.
"La creencia religiosa de las minorías étnicas está completamente garantizada en China", sostiene el texto, que pone como ejemplo las aportaciones económicas realizadas a centros religiosos del Tíbet.
La publicación se produce después de que un tibetano tratara de inmolarse en China, y de que una mujer tibetana lo consiguiera una semana más tarde, en protesta por la represión del régimen a su cultura.
A ello se suman las condenas llevadas a cabo en Xinjiang por llevar la barba larga o cubrirse con velo en base a nuevas y polémicas medidas para desincentivar estas prácticas en esta región -en su mayoría, de religión musulmana-, que Pekín relaciona con el extremismo religioso.
En el Libro Blanco también se recuerdan las nuevas medidas tomadas por China para garantizar un medioambiente limpio, en medio de la creciente preocupación de la ciudadanía por la grave contaminación que sufre gran parte del país.
Según Pekín, la legislación para proteger el medioambiente se ha mejorado y las penas a los infractores se han "intensificado".
China defiende en el texto que está jugando un papel "constructivo" en la promoción de los derechos humanos en el mundo, teniendo en cuenta el asiento que ocupa actualmente en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
No obstante, y según ha podido saber Efe, Pekín presiona al resto de miembros para obviar resoluciones que le puedan afectar negativamente, y evita que grupos en defensa de los derechos humanos en China mantengan reuniones con el presidente del Consejo u otros miembros destacados.