Cerca de 3.000 personas se han convertido en desplazados internos a causa de los combates que se libran en Trípoli, que hoy se intensificaron y obligaron al cierre de la pista aérea de la base militar de Maitiga, único aeropuerto operativo de la capital.
Fuentes de Seguridad explicaron que la acción de los cazas bombarderos bajo el mando del mariscal Jalifa Hafter, hombre fuerte de Libia, obligó a desviar todos los vuelos al aeródromo de la ciudad vecina de Misrata, que ha enviado sus tropas en auxilio del gobierno impuesto por la ONU en Trípoli.
Las fuerzas orientales, que desde el jueves intentan avanzar hacia el centro de la capital, bombardearon, asimismo, decenas de posiciones en los alrededores del antiguo aeropuerto internacional de Trípoli, en desuso desde hace años pero esencial en clave de estrategia militar.
Protegidas por los aviones, cedidos por Emiratos Árabes Unidos, las unidades terrestres redoblaron igualmente su acción en Wadi Rabie y Kasr Ben Ghachir, dos de los barrios aledaños, escenario de duros combates en los que se produjo un número indeterminado de víctimas, explicó a Efe una fuente de Seguridad.
"El Ejército Nacional Libio (LNA) está persiguiendo a las pocas tropas que quedan y que han huido dejando los cadáveres de sus compañeros tirados en las cunetas", dijo la oficina de Información de las tropas de Hafter en un comunicado
Responsables médicos indicaron a Efe que al menos una treintena de cadáveres han llegado a la morgue del principal hospital de la ciudad desde que el pasado jueves Hafter ordenara emprender la conquista de la capital.
"Hay decenas de vehículos con metralletas que disparan sin parar desde cada lado de la calle", explicó a Efe un vecino del barrio que este lunes logró eludir los combates y escapar con su familia en dirección al norte.
Al caer la tarde, la situación bélica era confusa en el terreno con las dos partes reclamando victorias: el gobierno impuesto por la ONU aseguraba controlar aún el aeropuerto internacional y el LNA haberle arrebatado una decena de posiciones en el sur.
En este ambiente de creciente violencia, una fuente diplomática de la ONU aseguró a Efe que la misión en Libia (UNSMIL) ha retirado ya del país a todo su personal y se preparara para anunciar en las próximas horas el aplazamiento de la Conferencia Nacional prevista para el próximo domingo.
La reunión, paso esencial de un plan global de reconciliación que incluye la convocatoria de elecciones, debía celebrarse en la ciudad fronteriza de Ghadames, donde gran parte del material y escenario estaba ya desplegado.
El sábado, en pleno recrudecimiento de los combates, el enviado especial de la ONU, Ghassam Saleme, aún insistía en que la reunión se celebraría a pesar de la grave situación bélica que padece Trípoli, que amenaza con desencadenar un nuevo drama humanitario.
"Los combates han obligado a 2.800 personas a desplazarse. Han evitado que los servicios de emergencia pudieran socorrer a las víctimas y dañado infraestructuras eléctricas", explicó la coordinadora humanitaria de la ONU para Libia, Maria do Valle Ribeiro.
La ofensiva también ha puesto de relieve la partida de ajedrez que diversos países juegan desde hace años, y en particular países como Francia, Italia y Estados Unidos.
El domingo, el comandante jefe del comando estadounidense para África (AFRICOM), general Thomas Waldhause, anunció el repliegue de sus tropas sobre el terreno, una presencia que conocía pero que oficialmente no se había comunicado.
Hoy, Italia aseguro que sus tropas se mantienen en alerta en la ciudad de Misrata, enemiga de Hafter.
Además del apoyo bélico de Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí y Egipto -que junto a Rusia han violado en varias ocasiones el embargo de armas impuesto por la ONU a Libia en 2011- el polémico mariscal cuanta con el asesoramiento de los servicios de Inteligencia franceses.
Libia es un estado fallido, víctima del caos y la guerra civil, desde que en 2011 la OTAN contribuyera a la victoria de los diversos grupos rebeldes sobre la dictadura de Muamar al Gadafi.
En la actualidad tiene dos focos de poder: uno gobierno impuesto por la ONU y sostenido por la Unión Europea en Trípoli, y otro establecido en la ciudad oriental de Tobruk bajo la tutela de Hafter.
Del caos se benefician decenas de milicias y grupos mafiosos dedicados al contrabando de armas, personas y combustible que se han convertido en el verdadero motor de un estado con una economía destruida.
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Ataques desplazan a 3.000 personas y obligan a cerrar el aeropuerto
Fuentes de Seguridad explicaron que la acción de los cazas bombarderos bajo el mando del mariscal Jalifa Hafter obligó a desviar todos los vuelos
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