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Sevilla, entre el rojo y el azul

Sevilla tiene un color especial para el PP, que ha querido señalarla como la ciudad de sus grandes ocasiones

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  • Arenas -
El PP se la juega en Sevilla. También el PSOE. El partido de la gaviota es perfectamente consciente de que necesita ganar imperiosamente el 25 de marzo en la única circunscripción electoral que sigue resistiéndole durante los 30 años de la Democracia en todos y cada uno de los comicios celebrados, hayan sido del carácter que hayan sido, debido a la implantación territorial del PSOE y a que Sevilla, por ser el lugar de nacimiento de Felipe González y de Alfonso Guerra, tiene un simbolismo especial para todo el socialismo español.

Pero Sevilla es mucho más que ese símbolo, porque en el conjunto de la provincia tiene el PSOE la agrupación más numerosa y poderosa de España y con la mayor capacidad de movilización del electorado. A ello se une la fuerza que le otorga disponer de la mayoría de los 105 municipios, el control de la Diputación y el poder ejercido desde el Gobierno autónomo, que tiene aquí su sede. En caso de una hipotética derrota el 25M, el PSOE andaluz tendría la Diputación Provincial sevillana como una nueva Asturias desde la que iniciar la Reconquista de Andalucía y quién sabe si de España, desde el Sur en vez de desde el Norte.


Dar o quitar la mayoría absoluta
PP y PSOE son conscientes de que conquistando o reteniendo Sevilla, según sea el caso, y aun ganando o perdiendo en las siete provincias andaluzas restantes, se puede ganar o mantener la Presidencia de la Junta en la hipótesis de que ninguna de las dos grandes fuerzas logren la mayoría absoluta y haya que entrar en un juego de coaliciones postelectorales. Por eso, PSOE y PP se han volcado en los últimos tiempos en Sevilla, una ciudad que, tal y como dijo Rajoy en su discurso durante el 17º congreso nacional celebrado hasta ayer en Fibes, está muy vinculada a los recuerdos y las emociones de los populares.

Recuerdos como, para el partido de la gaviota, el “memorable”, en palabras de Rajoy, congreso de 1990, considerado el de su refundación y en el que Fraga entregó el poder a Aznar con todas las consecuencias al romper en público la carta de dimisión por anticipado que le había entregado el político vallisoletano para el caso de que no respondiera a sus expectativas o el PP continuara fracasando en las urnas. “¡Ni tutelas ni tutías!”, exclamó el siempre vehemente y temperamental fundador del partido, mientras convertía en diminutos trozos de papel la misiva de quien pocos años más tarde llevaría a los populares a la Moncloa.

Una Sevilla también vinculada a las emociones de los centenares de miles de afiliados al partido por haber sido escenario del alevoso asesinato del concejal Alberto Jiménez Becerril y de su esposa, Ascensión García Ortiz, una herida siempre abierta y que vuelve a sangrar cada 30 de enero con el homenaje en su memoria que anualmente se les tributa en la calle Don Remondo, el lugar del crimen.

El altavoz sevillano

Sevilla, como reza la letra de la canción, tiene un color especial para el PP que, una vez más, ha querido señalarla como la ciudad de sus grandes ocasiones. Y ésta es una de ellas: la posibilidad de ganar por primera vez en su historia unas autonómicas en Andalucía ganando simultáneamente también por vez primera en Sevilla -sería una doble gesta histórica- y copar así prácticamente todo el poder territorial en España, con las excepciones para la marea azul de Euskadi y Cataluña, sus dos últimas asignaturas pendientes: vencer a los nacionalistas en sus propios feudos.

El PP ha procurado amplificar el eco de Sevilla, y por extensión de Andalucía, organizando aquí sus dos grandes actos de 2011 y 2012: primero fue la Convención Nacional en que se elaboró el programa para las elecciones generales del 20 de noviembre, tras las que Rajoy accedió a la Moncloa. Después, hasta ayer en Fibes, el 17º congreso nacional para que sirviera de rampa de lanzamiento de Javier Arenas hacia la Presidencia de la Junta en San Telmo y cuya dirección se encomendó, en otro gesto pleno de simbolismo, al alcalde de Sevilla. Zoido es el político que arrasó al PSOE en la capital hispalense con un histórico triunfo el pasado mes de mayo al conseguir veinte concejales, una mayoría absoluta sin precedentes en una ciudad donde habitualmente ha habido que recurrir a pactos y coaliciones para poder gobernar.

El PP sevillano sale unido y fortalecido del congreso nacional, en contraste con el PSOE local, que una semana después de la elección de Rubalcaba como nuevo secretario general acabó pagando sus contradicciones y divisiones internas con la dimisión de Viera como secretario provincial, un baile de puestos en una forzada segunda ronda negociadora sobre la lista electoral y con el nombramiento de una Gestora presidida por Manuel Gracia para regir los destinos de la formación hasta la celebración de un congreso extraordinario una vez se celebren las elecciones autonómicas.

Techo y suelo

El presidente provincial del PP y alcalde de Tomares, José Luis Sanz, trasluce la moral de victoria que se ha instalado entre los populares y no deja de repetir que su partido todavía no ha tocado techo en Sevilla al tiempo que los socialistas aún no han tocado suelo, por lo que la actuación de las dos tendencias, la ascendente del PP y la descendente del PSOE, debería otorgar a su juicio la victoria a los populares por primera vez en Sevilla.

La euforia del PP se comprende mejor a la luz tanto de las últimas confrontaciones electorales como de las encuestas en el último trimestre, pasada ya la primera oleada de reformas y recortes del Gobierno de Rajoy y cuando tan sólo queda un mes en números redondos para la cita con las urnas.

En los últimos cinco años, los populares no han dejado de recortar en el conjunto de la provincia de Sevilla la tradicional gran ventaja que les sacaban los socialistas, como puede apreciarse al observar los resultados de las últimas convocatorias electorales:

-Elecciones municipales del año 2007: PSOE, 394.283 votos (44,86%). PP, 234.580 (26,69% del total de sufragios emitidos).

-Elecciones generales de marzo de 2008: PSOE, 626.558 votos (58,09%). PP, 339.644 (31,49%).

-Elecciones andaluzas de 2008: PSOE, 586.006 votos (55,07%). PP; 341.239 (32,07%).

-Elecciones municipales mayo de 2011: PSOE, 351.545 votos (36,44%). PP, 333.035 votos (34,53%).

-Elecciones generales noviembre 2011: PSOE, 442.267 votos (41,72%). PP, 410.046 (38,68%).

El PP, que ha llegado a perder por casi 300.000 votos y 27 puntos de diferencia en la provincia, se ha quedado en las últimas elecciones celebradas a 32.000 votos y 3 puntos. Su esperanza de dar el vuelco definitivo en las urnas el próximo 25 de marzo está, pues, más que justificada.

Hablan los sondeos


Y máxime después de comprobar que las duras políticas de ajuste realizadas por el Gobierno de Mariano Rajoy desde su llegada al Poder apenas si han tenido efecto en la intención de voto en nuestra provincia, como demuestran las dos últimas encuestas conocidas.

La primera fue la del Centro de Documentación Política y Electoral de Andalucía (Capdea), realizada en diciembre y que recientemente ofreció los datos provincia por provincia de Andalucía. Aunque el sondeo refleja que aún hay un 25% de indecisos que si se acercaran a los colegios electorales podrían quizás variar el augurio, quienes tenían por entonces decidido su sufragio se inclinaban por el PP en un 32,3%, mientras que sólo un 25,1% apoyarían al PSOE. Siete puntos de diferencia.

La segunda ha sido elaborada por NC Report para el diario La Razón y atribuye al PP una ventaja de cuatro escaños sobre el PSOE en la circunscripción de Sevilla: once frente a siete.

Ningunos de estos dos sondeos, sin embargo, se han realizado después de la reforma de la legislación laboral aprobada por el Ejecutivo de la nación, una reforma contra la que ayer ya se produjo la primera movilización masiva en Sevilla capital y en cuyo rechazo basan los socialistas buena parte de sus esperanzas de recuperar el terreno perdido en las encuestas y afrontar con posibilidades de éxito la cita en las urnas el próximo día 25.

Se verá entonces si por vez primera el PP consigue imponerse al PSOE en su histórico bastión o si, por el contrario y aunque sea ‘in extremis’, los socialistas ganan en el sprint final y retienen la provincia que puede ser clave para el futuro político de Andalucía.

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