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El Museo Ruso luce a Chagall, el pintor que 'espió' a Picasso

Marc Chagall se emocionó en 1972 cuando volvió a Leningrado y pudo contemplar obras que creyó desaparecidas. Estas añoradas piezas se exhiben en el Museo Ruso.

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  • La obra 'Rabino con limón'
  • La muestra está compuesta por 60 obras
  • Cervantes y el arte 'underground', otros reclamos

Profundamente admirado por Pablo Picasso, el genio malagueño, aseguró que cuando muriese Matisse, el cetro del color sería para  Marc Chagall ( Vítebsk, Bielorrusia 1887-Saint-Paul-de-Vence, Francia). Los encuentros y desencuentros del maestro de la plaza de la Merced y el autor ruso siempre han estado presididos por el respeto que se profesaban. Entre estas anécdotas, Ida, la única hija del artista ruso, y el pequeño Claude Picasso, se cruzaban en el camino del pueblo de Vallauris, porque parece ser que ambos progenitores les enviaban a ‘espiar’ las obras de sus respectivos ‘contrincantes’, eso sí desde una profunda consideración por sus trabajos.

La muestra ‘Chagall y sus contemporáneos rusos’ trae al Museo Ruso de San Petersburgo en Tabacalera una excepcional exposición de sus creaciones a partir de su llegada en 1910 a París, la meca de los artistas, y las posteriores tras retornar a Bielorrusia. Esta colección, que ya luce en todo su esplendor en Málaga y está formada por sesenta obras de quince autores, de las cuales 16 corresponden a Chagall, pone sus lienzos en relación con los de otros grandes artistas judíos, tales como Robert Falk, Nathan Altman o Vera Pestel.

La exhibición, que reúne grandes obras maestras, como ‘Paseo’ (óleo sobre lienzo de 1917), ‘Día de fiesta’ (óleo sobre lienzo de 1924), ‘Judío en rojo’ (óleo sobre cartón de 1915) y los óleos sobre papel montado en cartón de 1914 ‘Amantes azules’  y ‘Viejo barbero’, se completa con una reconstrucción con objetos originales del comedor de la casa de Chagall en su ciudad natal, Vitebsk, que ayudará al espectador a evocar aquel mundo que la barbarie nazi borró del mapa.  
Este festín creativo que aborda el mundo fantástico-real de Marc Chagall y sus contemporáneos rusos podrá contemplarse en la pinacoteca malagueña hasta el próximo 29 de enero de 2017 y a un precio muy económico de 4 euros la entrada. La colección se nutre de los fondos del Museo Ruso de San Petersburgo y de coleccionistas privados rusos y europeos. En este sentido, la comisaria de la exposición, Evgenya Petrova, aseguró ayer en la presentación que muchas obras de Chagall fueron escondidas durante la revolución, por lo que las colecciones privadas guardaron con celo estas piezas prohibidas del pintor bielorruso.

De su obra cumbre, ‘Paseo’, la comisaria destacó que en este óleo sobre lienzo del año 1917 se ve a Chagall “con toda su fuerza” y “el amor a su mujer”, por lo que convierte la escena en un “cuento”. Aquí el autor bielorruso retrata a su amada Bella en uno de los cuadros “más luminosos y alegres del autor”. El motivo del vuelo fue una forma de expresar el inmenso amor que sentía por su esposa, que a los enamorados no les basta la tierra, por lo que Bella se eleva hacia el cielo. 

De ‘Amantes azules’, Petrova señaló que es una “metáfora del amor y de la relación de las personas”, expresados a través del color, el vehículo que utilizaba Chagall para expresar sus estados de ánimo y sentimientos. Por su parte, de ‘Judío en rojo’, la comisaria resaltó que refleja el destino del pueblo judío, como las penurias, la pobreza, la soledad y la desolación a través de una serie de cuadros dedicados a ancianos judíos.

Y es que Marc Chagall se hizo como artista en San Petersburgo, asistió a clases de León Bakst y Mstislav Dobuzhinski, excelentes dibujantes y finos interpretadores del alma y la psicología de sus retratados, y floreció en París, pero nunca perdió la conexión con su ciudad natal ni con el pequeño mundo de la comunidad judía en que creció.

Tras la estela de Marc Chagall como principal reclamo expositivo para los próximos seis meses, la filial rusa estrenó ayer otras exposiciones temporales que convivirán con el artista bielorruso hasta finales de enero del año próximo. ‘Cervantes en la colección del Museo Ruso’, que a través de una serie de obras, muestra la predilección por la obra capital de Miguel de Cervantes, ‘Don Quijote de la Mancha’, quizás la novela extranjera más conocida en Rusia.

Por ello, esta colección muestra el respeto y el amor que se profesa en el país moscovita al autor de Alcalá de Henares y su célebre novela a través de una serie de piezas de pintores rusos de los siglos XIX y XX dedicadas al hidalgo de La Mancha.

La tercera andanada plástica del museo de Tabacalera pivota sobre el arte ruso de las últimas cuatro décadas bajo el título de ‘Resistencia, tradición y apertura’. La muestra, que ha sido comisariada por Juan Francisco Rueda, reúne cuarenta y una piezas de pintura, dibujo y escultura, fechadas entre los años 1977 y 2016.

La colección atiende al arte ‘underground’ e inconformista que surgió al margen del arte oficial tras la muerte de Stalin en 1953, es decir los artistas que no siguen los postulados del Realismo Socialista e incluso incluían contenidos subversivos, así como a los lenguajes que se instalaron en la última década del siglo XX hasta la actualidad.

Rueda explicó en la rueda de prensa que esta exposición temporal, procedente de una colección privada de Alemania, permite acercar, de modo panorámico, las tensiones y dinámicas creativas que se sucedieron en la extinta URSS y la actual Rusia en una etapa marcada por los cambios trascendentales.

“A través de esta colección de piezas recorremos un lapso temporal en el que nos enfrentamos a la actitud de resistencia de unos artistas que se oponían y desatendían la exigencia de la práctica del realismos socialista. Esto les generó graves consecuencias, ya que se les excluyó de los canales principales de exhibición y difusión”, detalló el comisario sobre esta muestra de los últimos cuarenta años de la creación rusa.   

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