El presidente brasileño, Michel Temer, volvió a ser librado hoy por su base parlamentaria de enfrentarse a un juicio penal que podría haberle costado el cargo, que todo indica que ahora ejercerá hasta el 1 de enero de 2019, cuando concluye su mandato.
Las acusaciones de obstrucción a la justicia y asociación ilícita que la Fiscalía General formuló contra Temer, que tuvieron en vilo a su Gobierno en las últimas semanas, fueron rechazadas hoy por 251 votos frente a 233 en el pleno de los diputados, que por imperativos constitucionales debía avalar su eventual enjuiciamiento.
Si se hubiera llegado a ese extremo, Temer habría sido suspendido de sus funciones durante seis meses y, en caso de que el Supremo le declarase culpable, habría sido destituido, tal como ocurrió el año pasado con Dilma Rousseff, a quien sustituyó en el poder después de que el Congreso la responsabilizara de irregularidades fiscales.
Temer es el primer presidente brasileño en pleno ejercicio de su mandato que es acusado formalmente de un delito de tipo penal y no una, sino dos veces.
En agosto pasado, la misma Cámara de Diputados negó otros cargos por corrupción pasiva también formulados por el Ministerio Público, que en ambos casos apoyó sus denuncias en unos testimonios prestados por los dueños del grupo cárnico JBS, luego puestos en duda por la propia Fiscalía, que aún así insistió en una segunda denuncia.
El mandatario, de 77 años, fue informado sobre el resultado de la votación en momentos en que llegaba a su residencia oficial desde el Hospital del Ejército, en Brasilia, en el que hoy estuvo ingresado durante unas horas tras sufrir una "obstrucción urológica".
Temer recibió el alta después de ser sometido a una serie de exámenes y, según fuentes oficiales, guardará reposo durante un período que no fue precisado. Al salir del hospital, junto a su esposa Marcela, apenas declaró a los periodistas: "Estoy entero".
Las dos denuncias formuladas por la Fiscalía contra Temer ahora sólo podrán ser analizadas por la Justicia una vez que termine su mandato, el 1 de enero de 2019, cuando deberá entregarle el cargo al ganador de las elecciones previstas para octubre del año próximo.
La oposición, en franca minoría, hizo hoy todos los esfuerzos posibles para intentar postergar una votación que sabía perdida y, valiéndose de maniobras previstas en las normas de la Cámara baja, logró posponerla durante casi siete horas, lo que no impidió el sólido aval a Temer de la mayoritaria base oficialista.
En la votación de la primera denuncia, el 2 de agosto pasado, el oficialismo había sumado 263 votos frente a los 227 que pidieron que Temer respondiera ante los tribunales.
En la sesión de hoy, se ausentaron 25 diputados y otros dos se abstuvieron, lo que en parte pudiera explicar la pérdida de votos a favor de Temer que se observó en ella.
Sin embargo, fuentes políticas sostienen que algunos partidos de la coalición de Gobierno y sus parlamentarios han decidido comenzar a distanciarse de Temer, quien según los sondeos de opinión tiene apenas entre un 3,5% y un 5 % de apoyo popular.
Esos bajos índices, los peores que ha tenido un presidente de Brasil en décadas, serían un fardo pesado de cara a las elecciones de octubre del año próximo, en las cuales será elegido un nuevo presidente, pero también serán renovadas las cámaras legislativas.
Según fuentes del Gobierno, Temer ahora espera concentrarse en la aprobación de polémicas reformas estructurales, entre las que está una impopular alteración de las leyes que rigen para el acceso a la jubilación, para las cuales necesitará el apoyo del Congreso.