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Sábado 04/05/2024  

Sevilla

Navigalia, un cuento que traslada la Navidad al río Guadalquivir

Lleno absoluto en los primeros pases del espectáculo en el Muelle de la Sal, con algunas aglomeraciones solventadas con paciencia y rapidez

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  • Como si fuera la Expo, los sevillanos volvieron a hacer cola para ver un espectáculo audiovisual muy similar, incluido Curro
  • La práctica totalidad de las entradas gratuitas ya han sido reservadas, por lo que se espera una gran afluencia durante toda la Navidad
  • El tránsito peatonal, intenso a la hora de la entrada y salida de cada paso, no provocó cortes de tráfico

El estreno de Navigalia ha sido respondido con gran expectación por los sevillanos, que llenaron los primeros pases de la Navidad a pesar del frío y de las colas, especialmente a la entrada de cada pase, y de algunas aglomeraciones a la salida, solventadas con paciencia y rapidez, en un espectáculo que recordó y mucho al del lago de la Expo, con Curro incluido al término del show, y que intenta descentralizar la oferta de las fiestas trasladándola al río, con una zapata de Triana que ha sido, en verdad, el verdadero transmisor del cuento del puerto secreto donde los reyes desembarcan para entregar los regalos.

El circuito creado por el Ayuntamiento y Acciona para acceder al Muelle de la Sal, blindado al público visualmente en el Paso de Colón para evitar aglomeraciones, con entrada por la calle Radio Sevilla y evacuación a través de las diferentes salidas que tiene el muelle en dirección hacia la Torre del Oro, funcionó.

Eso sí, no pudo evitar las colas en las entradas de cada pase, que en el primero llegaban hasta el mercado del Barranco, y la salida en tropel hacia el puente de Los Remedios, pero con paciencia los sevillanos suelen gestionar las bullas sin incidencias y en poco más de veinte minutos la zona quedaba casi despejada en espera del siguiente pase.

Los fogonazos que hasta dieron calor.

El tránsito por la acera del Puente de Triana que daba al espectáculo se cortó al paso poco antes de que comenzara el espectáculo y el abundante público que iba y venía tuvo que usar sólo la acera que da hacia Chapina, sin que fuera necesario cortar el tráfico rodado en ningún momento, aunque la intensidad fue notoria en determinados instantes, coincidiendo con la máxima afluencia de público para entrar, ya que fue la zona de la Torre del Oro y el puente de San Telmo la que soportó el grueso de los asistentes en su salida.

Mientras las gradas se iban llenando poco a poco, con un frío húmedo que obligaba a usar guantes, bufandas y gorros (y lo que se pueda), los menos afortunados, más de tres mil, se iban colocando de pie de cara al río para poder ver el espectáculo, más de 4.600 personas entre los que destacaban especialmente las familias, con muchos menores, pero también muchos mayores, para ver un espectáculo de poco más de un cuarto de hora. El lleno parece garantizado durante todas las Navidades con casi la totalidad de las 222.000 entradas solicitadas a través de la web del espectáculo.

Navigalia, sobre la zapata de Triana.

Y había que mirar especialmente a la zapata de Triana, porque era cierto que no se podía apreciar nada desde la calle Betis, ya que el gran peso de la narración del cuento se proyectaba sobre el muro, aunque lo que más llamaba la atención eran las proyecciones sobre las pantallas de agua, que, dependiendo de donde se estuviera, se veían con más o menos claridad, como ocurría en el Lago de la Expo.

El cuento ciertamente mezclaba la historia de Sevilla con la Navidad, con Esperanza como protagonista y su abuelo como narrador, más los sueños de la pequeña. Los Reyes Magos, cada uno de ellos y su historia, eran proyectados sobre el agua, igual que su camino hacia Sevilla, en un viaje en la que se encontraban con piratas (aunque su barco desapareció por momentos por un fallo técnico en el primer pase) y animales fantásticos, hasta llegar a ese puerto que sólo conocen los que creen en la Navidad y que es Navigalia.

El barco pirata.

Las proyecciones sobre la zapata y los cañones de luces destacaron sobre el resto del espectáculo, aunque con matices, porque sorprendió e incluso dio bastante calorcillo, los cañones de fuego en el momento de la pequeña batalla naval, igual que el colorido de algunas de las proyecciones sobre las pantallas de agua.

Pero el más aplaudido fue, sin duda alguna, Curro, la mascota de la Expo 92, que se paseó y saludó desde una moto acuática al final, un guiño a las tres décadas de historia de este tipo de espectáculos. Eso sí, también hubo alguno que se cuestionó qué pintaba allí Curro...

Curro, el más aplaudido.

Los datos del espectáculo

Acciona Cultura, la empresa que ideó el espectáculo del lago y que ahora vuelve a Sevilla con Navigalia, ha diseñado la puesta en escena en tres planos diferentes: el primero es la lámina de agua del Guadalquivir; un segundo plano se encuentra a unos 40 metros, con tres pantallas de agua de grandes dimensiones, y un tercer nivel; en la orilla de Triana, en la zapata, que se usa como un lienzo de 120 metros de ancho.

Se han empleado pantallas de agua, técnicas de videomapping en la zapata, iluminación robotizada y efectos especiales, así como una banda sonora original, un audiovisual guiado por una voz en off con una envoltura musical y distintos efectos de sonido para potenciar las composiciones de vídeo 3D.

En cuanto a la iluminación, a uno y otro lado del río se han desplegado una batería de focos robotizados para realizar coreografías de color tanto aéreas como sobre la superficie misma del agua, iluminación que llega también al Puente de Triana, que llega a ser incluso “mapeado” con láser de forma totalmente sincronizada con la banda sonora del espectáculo.

Sevilla y su historia de la navegación.

 

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